PALABRAS DEL DOMINGO

La inquietante ira de Dios – Segundo domingo de Adviento

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Par André Myre

PALABRAS DEL DOMINGO

28 noviembre 2022

Foto por Poul Cariov / Unsplash

El siguiente texto forma parte del comienzo del evangelio de Mateo propiamente dicho (Mt 3,1-4,25). Está precedido por el llamado “relato de la infancia” (capítulos 1-2), que contiene material que presenta a Jesús como el nuevo Moisés, característica fundamental que el evangelista presentará ampliamente en los capítulos 5-9.

A modo de introducción al lector, sin embargo, Mateo comienza hablando del ser humano que ha tenido el mayor impacto en su vida: Juan el Inmersor[1].

 

Mt 3,1 En aquellos días vino Juan el Inmersor predicando en el desierto de Judea2 y diciendo:

 

                Cambien su vida, pues el reino de los Cielos está cerca.

                3 Pues es aquel de quien habló el profeta Isaías cuando dijo:

                                               Voz del que clama en el desierto

                                               preparen el camino del señor

                                               enderecen sus sendas.[2]

4 El mismo Jean estaba vestido de pelo de camello y tenía un cinto de cuero alrededor de sus riñones, y su comida eran langostas y miel silvestre. 5 Y salía a él Jerusalén, y toda Judea, y toda el país alrededor del Jordán, 6 y eran sumergidos por él en el Jordán, confesando sus desvíos.

 

7 Al ver que muchos de los separados y clérigos venían a su inmersión, él les dijo:

¡Descendientes de víboras! ¿Quién les enseñó a huir de la ira venidera? 8 Hagan, pues, un fruto digno del cambio de vida, 9 y no se digan en el interior: Tenemos un padre, Abraham. Porque les diré que Dios puede hacer surgir hijos para Abraham a partir de estas piedras. 10 El hacha ya está puesta contra la raíz de los árboles; por eso, todo árbol que no dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego.

11 En cuanto a mí, les sumerjo en agua para que cambien de vida.  Pero el que viene detrás de mí es más fuerte que yo, y no soy digno de llevar sus sandalias; es él quien les sumergirá en el aliento sagrado y en el fuego 12 Y con su tamiz en la mano limpiará su bandeja y recogerá su grano en el cobertizo, pero la paja la quemará en un fuego que no podrá ser apagado.

 

Traducción

 

El inmersor (v 1), inmergir (vv 6.112), inmersión (v 7). Las palabras en español “Bautista, bautizar, bautizo” no son traducciones del griego sino reproducciones sonido por sonido. Jean “inmergía” a sus futuros partidarios en el agua y luego los sacaban, para significar su intención de abandonar su antiguo modo de vida en favor de uno nuevo.

Cambiar de vida (v 2), cambio de vida (vv 8.11). El verbo métanoéô significa un cambio de mentalidad y de vida que repercute en toda la existencia.

Reino de los Cielos (v 2). Los cielos son el hogar tradicional de los dioses. A partir de ahí se establecerá un nuevo sistema de vida, que sirva a la justicia y no a los intereses de los grandes como hacen los sistemas existentes. La tradición mateana habla de “los cielos” para evitar la palabra “Dios”, por respeto.

Desvío (v 6). La palabra griega que suele traducirse como “pecado” es un error.  El “pecador” es un ser humano que no acierta en su vida: está confundido, desorientado, extraviado, sin rumbo; anda errante, ha perdido el rumbo. Decir que alguien ha “pecado” es, por tanto, hablar mucho menos de una acción que se ha realizado que de una trayectoria vital que se ha distorsionado.  Esto es mucho más serio, y la religión tiene poco que ver.

Separados y clérigos (v 7). “Separados” -significado literal de la palabra hebrea, que el griego traduce como Pharisaioi– es un nombre dado a un grupo por sus adversarios; se les acusaba de comportarse de una manera que los convertía en una especie de élite “separada” de los demás. Los miembros del grupo nunca se llamaron a sí mismos de esta manera, se autodenominaban “sabios” o “camaradas”. Los saduceos, en cambio, eran miembros de una importante familia sacerdotal, de ahí la traducción.

Aliento (v 11). Una palabra muy importante en la Biblia.  La palabra griega es pneuma, que en la traducción latina de la Vulgata se tradujo como spiritus, origen de la traducción común “espíritu”.  El término significa el poder de acción de Dios en la creación: el aliento de Dios es la fuente del aliento de los vivos, el aliento del viento y el aliento de esos seres misteriosos que son responsables de la enfermedad (los alientos “impuros” o malignos).

Tamiz, terreno, cobertizo (v 12). La cosecha de gramíneas se recogía en una tarima (“plataforma”), donde se golpeaba con una pala de cestería; luego, con buen viento (“aliento”), se pasaba por un “tamiz” para separar el grano de la paja. Una vez hecho esto, el grano se ponía en el granero (“cobertizo”), y la paja en el “fuego”.

 

Materiales utilizados

 

El evangelista utilizó las dos fuentes principales de las que disponía.  Ha usado un texto de la Fuente Q para enmarcar el que ha obtenido de Marcos:

 

vv 1 = Q 3,2b-3a

vv 2-6 = Mc 1,2-7.15

vv 7-12 = Q 3,7-17

 

Juan Bautista

 

Juan era un profeta de Judea, de vida asceta, cuya fama era lo suficientemente grande como para atraer a un galileo como Jesús. Anunció el fin del sistema, la pérdida de los privilegios de pertenecer al pueblo elegido y la necesidad de un cambio radical de vida. Daba a elegir a cualquiera que viniera a escucharle: ser sumergido en agua por él para manifestar públicamente su intención de cambiar de vida y escapar así a la manifestación de la ira que estaba a punto de estallar, o, con todo el sistema, ser sumergido para siempre en el fuego por el Humano (hijo del hombre). Tuvo muchos seguidores; durante un tiempo Jesús y sus primeros compañeros estuvieron entre ellos (Jn 1:35-51), y Pablo se encontró una vez con algunos de ellos en Éfeso (Hch 19:1-4).

 

Tradiciones

 

  1. Las tradiciones contenidas en el texto de la Fuente Q que recoge Mateo proceden probablemente de los círculos juaninos[3] con los que los escribas cristianos estaban en contacto. Muestran a un Juan que condenó el sistema existente. Este último había incurrido en la Ira (de Dios) y tuvo que ser rechazado. Sin embargo, si uno se negara a hacerlo, no tendría sentido referirse a su condición de hijo de Abraham. Y se hace tarde: o uno acepta ser sumergido en el agua para significar que se ha distanciado del sistema y sale indemne de la confusión, o sufrirá el destino que el Humano -personificación de una función de Dios, la de juzgar la valía de los humanos- reserva para la escoria (“descendencia de víboras”): la inmersión en el fuego.

 

Los escribas cristianos sólo introdujeron un cambio en las tradiciones juaninas, pero es un cambio importante y ha marcado la historia de la interpretación.  Como hemos visto anteriormente, Juan utilizó la imagen de la cosecha de gramíneas para describir la actividad del Humano que vendría después de él: separaría a los humanos como el viento separa el grano de la paja.  Juan estaba sumergiendo a los humanos en el agua, mientras que el Humano estaba a punto de sumergirlos en el “aliento (viento) y el fuego”.  Juan -y sus seguidores- esperaban, pues, una figura trascendental que viniera después de él.

Los escribas cristianos, aunque informaron de las tradiciones de los juanistas, modificaron sustancialmente el significado al identificar a Jesús como el “más fuerte” que vendría después de Juan. Hay un rastro de esta identificación en el texto de la Fuente, en Mt 3,11, donde se anuncia una inmersión “en el aliento santo y en el fuego”. En este texto no se menciona un viento separador, sino el aliento de Dios que resucitó a Jesús de entre los muertos y a quien encomendó plenamente, haciéndolo señor del cosmos y de la humanidad. Según la Fuente, más que haber sido el precursor del Humano, Juan fue el precursor de Jesús.  Esta interpretación, retomada por Marcos y Mateo, como veremos en breve, llevó a las comunidades juaninas y cristianas por caminos divergentes.

 

  1. En el texto de Marcos retomado por Mateo, existe la misma forma de considerar la relación de Juan con Jesús que en la Fuente. Es todavía más interesante referirse a ella porque nos permite ver cómo trabajaban los antiguos escribas cristianos. He aquí la cita de Isaías puesta en boca de Juan:

                Voz del que ruge en el desierto

                Preparen el camino del señor

                Enderecen sus senderos

 

Y he aquí el texto de la pluma de Isaías, primero en la versión hebrea y luego en la griega[4] :

                Voz del pregonero

en el desierto preparen el camino para Yhwh 

en la llanura estéril hagan un camino recto para nuestro Dios

 

                Voz del que ruge en el desierto

                Preparen el camino del Señor

                Enderecen los senderos de nuestro Dios

 

Según el Isaías hebreo, había que preparar la llegada de “Yhwh nuestro Dios”, que vendría desde el desierto, su hogar tradicional, como se manifiesta en su encuentro con Moisés; el Dios anunciado no sale de los lugares oficiales que le ha dispuesto el sistema, sino de desconcertantes sitios como el desierto. Los escribas juaninos bien pudieron utilizar este texto de Isaías, en cualquier idioma, para interpretar la obra de su maestro.  Recibida por los escribas seguidores de Jesús, la versión griega sufrió una sencilla alteración que la cristianizó: al final de la tercera línea, bastó con eliminar la mención de Dios y sustituirla por el posesivo, de modo que el kurios de la segunda línea ya no designa al Señor Dios sino al Señor Jesús. Así, como en la Fuente, Juan ya no era visto como el precursor de Dios sino de Jesús.

 

Mateo

 

Mateo ha dejado prácticamente intactas las tradiciones recibidas de la Fuente y de Marcos. Su principal intervención fue poner en boca de Juan, en el v 2, lo que Marcos consideraba un resumen del pensamiento de Jesús (Mc 1,15). Al hacerlo, refuerza el vínculo entre los dos hombres. Luego, en el v 7, aclara -lo que no hizo la Fuente- que Juan se refería específicamente a los “separados y al clero”. Son “descendientes de víboras”. Por eso, desde el principio de su evangelio, ataca frontalmente a las autoridades encargadas del pueblo[5]. Hay que tener esto en cuenta porque la exhortación a cambiar de vida y apartarse del sistema en esta apertura del evangelio forma parte de las pautas que el Resucitado espera que sigan sus seguidores (Mt 28,20).

 

Línea de significado

 

Este texto abre varias vías de reflexión.

 

  1. La línea de significado se traza desde el desierto, siendo éste un lugar en el que el sistema está ausente, del que sale el Dios vivo y donde se expresa la oposición radical al régimen en vigor. Es imposible seguir la línea desde Moisés, tras su encuentro con Yhwh en el desierto, pasando por Isaías, Juan el Bautista y Jesús, sin haberse distanciado de la organización del mundo en el que se vive, es decir, sin haber encontrado su propio desierto, lejos del boom-boom, del pow-pow, de los peldaños de la jerarquía social, del estrés del rendimiento y de la obligación de aplastar para triunfar. Los seguidores de Juan y Jesús son necesariamente hombres y mujeres del desierto.

 

  1. El cambio de vida al que Juan invita a sus futuros seguidores, y que el hombre de Nazaret llevó a cabo, implica todas las dimensiones de la existencia, y la religiosa, como cualquier otra. La Ira viene porque el sistema se sirve a sí mismo en detrimento de la humanidad y de la naturaleza, y con ello provoca su destrucción, al mismo tiempo que las religiones están enfermas. El texto de Mateo es una llamada a ser consciente de que uno se está “desviando” del foco de su propia vida si está a su propio servicio, para actuar en consecuencia. La Fuente utilizada por el evangelista es clara en este punto: cuando la Ira venga, de nada servirá apelar a la religión para escapar de ella. Dios hará oídos sordos a esas oraciones, pues habrá hecho otros hijos para sí mismo que las religiones no habrán podido reconocer.

 

  1. Hay una violencia en este texto que a menudo nos cuesta ver, con los ojos nublados por la lectura apaciguadora de Dios que se nos ha impuesto durante siglos. Pero Dios está enfadado, y Jesús también, porque estos dos leen la realidad humana desde la base de la sociedad, donde el sistema aplasta con todo su peso. El evangelio está escrito a la luz de la experiencia vital de los pequeños, donde la violencia del sistema se expresa sin freno y se justifica mediante la ley. Pero esta violencia se oculta, se le da el nombre de orden público o de interés nacional, y está protegida por las fuerzas del orden que deben hacer uso de la violencia contra los que se niegan a someterse. Por eso la ira de Dios parece escandalosa para los que se benefician del sistema, y por eso nunca se oye hablar de la acción de los “más fuertes” que decapitarán la sociedad y enviarán la cabeza al fuego.

 

Queridos lectores, permítanme invitarles a releer el texto de Mateo y a preguntarse a quién esperan exactamente en este tiempo de Adviento: ¿al “más fuerte” del evangelio, animado por la ira, o a otro?

 

Notas:

 

[1] En la traducción, los caracteres en negrita indican las principales intervenciones redaccionales de Mateo.

[2] Unión de Ml 3,1 y de Is 40,3.

[3] El epíteto se refiere a las realidades relativas al Bautista, y debe distinguirse de “juanino”, que se refiere a los datos del Evangelio y las cartas de Juan, así como al Apocalipsis.

[4] Los escribas que redactaron la tradición marquiana trabajaron a partir de la traducción griega del Antiguo Testamento llamada Septuaginta (LXX). En griego, el nombre hebreo de Dios “Yhwh”, utilizado por Isaías, no se traduce, sino que se expresa como Kurios (Señor).

[5] Al hablar de los Separados, Mateo se refiere a los escribas que están instaurando el judaísmo y excluyendo a su comunidad (ver Jn 9,22-23). Al mencionar a los clérigos (saduceos), establece un vínculo con el pasado de Juan y de Jesús, cuando las autoridades del Templo -destruido en el año 70- dirigidas por el sumo sacerdote, eran los líderes del pueblo.

 

ACERCA DE ANDRÉ MYRE

André es un reconocido biblista, autor de numerosos libros, profesor jubilado de la Universidad de Montreal y especialista de los Evangelios, particularmente el de Marcos. Durante varios años, ha dirigido numerosos talleres bíblicos.

 

Las opiniones expresadas en los textos son de los autores. No pretenden reflejar las opiniones de la Fundación Padre-Menard. Todos los textos publicados están protegidos por derechos de autor.

 

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