PALABRAS DEL DOMINGO

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Par André Myre

PALABRAS DEL DOMINGO

30 noviembre 2023

Foto por L-House / iStock

Por supuesto, era lógico que la Liturgia eligiera la historia de la visita de los astrólogos para el Domingo de Epifanía (Mt 2,1-12). Sin embargo, al leer el relato mateano, hay que poner entre paréntesis el contenido de los relatos lucanos que se leyeron en Navidad y Año Nuevo.

Según Mateo, la Sagrada Familia no procede de Nazaret, sino de Belén, y no es hasta que regresan de Egipto cuando se establecen en Galilea. En el contexto de la narración mateana de la infancia, este relato permite comprender por qué el mensajero del Señor, que los astrólogos acaban de dejar para volver a casa, ordenará a José que se lleve a su familia a Egipto.[1]

 

1 Nacido Jesús en Belén de Judea en tiempo del rey Herodes, vinieron a Jerusalén unos astrólogos de Oriente, 2 diciendo:

¿Dónde está el infante Rey de los Judíos? Porque hemos visto su estrella en el Oriente y hemos venido a arrodillarnos ante él.

3 Al oír esto, el rey Herodes se estremeció, y toda Jerusalén con él 4 Y habiendo convocado a todos los sumos sacerdotes y todos los escribas del pueblo, les preguntó:

¿Dónde nace el mesías?

5 Entonces le dijeron:

En Belén de Judea, pues así está escrito por el profeta:

6 Y tú, Belén, tierra de Juda

ciertamente no eres la más pequeña entre las principales ciudades de Judá,

pues de ti saldrá un líder

que guiará a mi pueblo Israel [2]

7 En ese momento Herodes, quien había llamado en secreto a los astrólogos, se informó de la fecha exacta de la aparición de la estrella. 8 y habiéndolos enviado a Belén, les dijo:

Cuando se hayan ido, averigüen exactamente quién es el bebé, y cuando lo hayan encontrado, infórmenme, para que yo también, una vez llegado, pueda arrodillarme ante él.

9 Luego de escuchar al rey, se alejaron, y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo sobre el lugar donde estaba el bebé. 10 Cuando vieron la estrella, se regocijaron con gran alegría, en extremo. 11 Cuando entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y postrándose, se arrodillaron ante él y, abriendo sus cofres, le presentaron obsequios de oro, incienso y mirra. 12 Y habiendo sido advertidos en sueños de que no volvieran ante Herodes, tomaron otro camino para retirarse a su país.

 

Traducción

 

Astrólogos (vv 1.7). Estos magoi, cuyo número no se menciona, son implícitamente de origen extranjero, personas de reputación más o menos dudosa, un poco charlatanes al cabo, que pretenden leer el destino humano en las estrellas, de ahí la traducción que aquí se ofrece.[3]

 

Materiales utilizados

 

Mateo no realizó muchas alteraciones en el relato que formaba parte de su propio material, que, como veremos, ya había sido retrabajado antes que él:

vv 1-5a.7-12 = M.

 

La visita de los astrólogos

 

Toda la historia se basa en la condición de realeza de Jesús.  Sin embargo, – ¿es necesario repetirlo? – la instalación de Jesús en el centro del Poder tuvo lugar después de su muerte. Así pues, el texto no contiene datos históricos precisos sobre la infancia de Jesús, aparte del hecho que su madre se llama María, y de que la línea narrativa se sitúa en un marco geográfico e histórico verosímil (astrólogos orientales, Herodes el Grande, Belén de Judea, Jerusalén, sumos sacerdotes, escribas, etc.).

Los partidarios de Jesús deben reconocer la habilidad de los antiguos escribas para el arte de la escritura y su libertad para ilustrar su fe mediante la creación de relatos que cautivan la imaginación. La principal pregunta que hay que hacerse ante este tipo de textos no es “¿ocurrió?”, sino “¿qué significa?”. Creer en esos escritos, por tanto, no significa afirmar su veracidad histórica, sino comprometerse con la línea de interrogación que lanzan. Y buscar un fenómeno astronómico que explique el comportamiento de la “estrella” es tan inútil como intentar descubrir el Arca de Noé.

 

Tradiciones

 

El texto que recibió el evangelista era una versión sustancialmente reformulada de un relato anterior.

 

I

 

En efecto, una vez despejado el relato tradicional de los pocos añadidos realizados por el redactor, se revela un texto primitivo que merece nuestra atención, en cuanto observamos que las desavenencias de los astrólogos con Herodes se insertan dentro de un proceso cuyo sentido ellos se ocupan de disimular.

Desde luego, la formulación exacta no es segura, y el escriba que formó el conjunto pre-mateano de los versículos 1-23 seguramente reelaboró el relato, palabra por palabra, de la visita de los astrólogos para ajustarlo al de las perícopas posteriores. Pero esencialmente la línea narrativa debe haber sido la siguiente:

 

1 Nacido Jesús en Belén de Judea en tiempo del rey Herodes, vinieron a Jerusalén unos astrólogos de Oriente, 2 diciendo:

¿Dónde está el infante Rey de los Judíos? Porque hemos visto su estrella en el Oriente y hemos venido a arrodillarnos ante él.

5 Entonces los escribas les dijeron:

En Belén de Judea.

9 Entonces, los astrólogos se alejaron, y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo sobre el lugar donde estaba el bebé. 10 Cuando vieron la estrella, se regocijaron con gran alegría, en extremo. 11 Cuando entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y postrándose, se arrodillaron ante él y, abriendo sus cofres, le presentaron obsequios de oro, incienso y mirra.

 

Las palabras iniciales del relato indican el origen de esta tradición, a saber, la de los escribas cristianos de Judea, y de Jerusalén en particular. Ellos creen en Jesús hecho mesías y señor, y, según piensan, él nació en Belén, la ciudad de David, fundador del linaje real de Judea. Se considera implícitamente que sus padres son de origen judío[4].

Los astrólogos son claramente extranjeros (goyim, “paganos”), que utilizan el lenguaje de los extranjeros para hablar del mesías de Israel: el “rey de los judíos”. En aquella época, en el mundo mediterráneo, a todos los hijos de Abraham se les llamaba “judíos”[5] -ya fueran de Galilea, de Judea o de la Diáspora-, y a menudo con un matiz peyorativo, de modo que el término sólo suele encontrarse en boca o escritos de extranjeros.

Sin embargo, fue entre estos últimos, y en particular en un grupo de baja reputación, que el ascenso de Jesús a la realeza fue comunicado por la “estrella”, considerada como un ser vivo de origen celestial. El círculo de sabios de Jerusalén no sabía nada de ello y, evidentemente, no quiere tener nada que ver. Mientras los extranjeros han viajado desde los confines de la tierra para conocer al bebé real, a los escribas locales no les da la gana ir a ver lo que ha sucedido en su propio patio trasero[6].

Por otra parte, el Cielo mismo justifica el largo viaje de los astrólogos conduciéndoles a su destino. Estos últimos, que representan a los extranjeros en general, muestran su fe rindiendo homenaje a Jesús y presentándole ofrendas apropiadas.

Este texto debe leerse como una reacción de la Iglesia de Jerusalén ante la empresa misionera de un hombre como Pablo ante los extranjeros. La apertura está ahí, con cierta benevolencia y aceptación de la realidad. Al mismo tiempo, la crítica es severa con respecto a la indiferencia de los dirigentes de Judea y, por tanto, del pueblo al que representan. Sin embargo, el relato muestra cierta condescendencia: Jerusalén es la capital de la fe, Galilea no existe y los extranjeros tienen el deber de llevar sus riquezas al pueblo elegido. Algunas décadas más tarde, Jerusalén caerá en manos de los romanos y Roma sustituirá a Jerusalén como centro del cristianismo naciente. Un texto así se convertirá en testigo de una época pasada.

 

II

 

El escriba cristiano que ha montado el relato de la infancia anterior a Mateo quiere presentar a Jesús como el nuevo Moisés[7]. Para ello, necesita enviar a la Sagrada Familia a Egipto y, apoyándose en la reputación de un Herodes el Grande particularmente cruel, utiliza a este personaje para provocar el traslado (v 13). De este modo, prepara la decisión de Herodes mediante una serie de añadidos al relato de la visita de los astrólogos. Éstas se indican en negritas en el relato que sigue.

 

1 Nacido Jesús en Belén de Judea en tiempo del rey Herodes, vinieron a Jerusalén unos astrólogos de Oriente, 2 diciendo:

¿Dónde está el infante Rey de los Judíos? Porque hemos visto su estrella en el Oriente y hemos venido a arrodillarnos ante él.

3 Al oír esto, el rey Herodes se estremeció, y toda Jerusalén con él 4 Y habiendo convocado a los escribas, les preguntó:

¿Dónde nace el rey?

5 Entonces ellos le dijeron:

En Belén de Judea.

7 En ese momento Herodes, quien había llamado en secreto a los astrólogos, se informó de la fecha exacta de la aparición de la estrella. 8 y habiéndolos enviado a Belén, les dijo:

Cuando se hayan ido, averigüen exactamente quién es el bebé, y cuando lo hayan encontrado, infórmenme, para que yo también, una vez llegado, pueda arrodillarme ante él.

9 Luego de escuchar al rey, se alejaron, y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo sobre el lugar donde estaba el bebé. 10 Cuando vieron la estrella, se regocijaron con gran alegría, en extremo. 11 Cuando entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y postrándose, se arrodillaron ante él y, abriendo sus cofres, le presentaron obsequios de oro, incienso y mirra. 12 Y habiendo sido advertidos en sueños de que no volvieran ante Herodes, tomaron otro camino para retirarse a su país.

 

Durante su reinado, Herodes el Grande eliminó de forma cuidadosa y brutal a todos aquellos que consideraba aspirantes a su trono, incluidos miembros de su propia familia. El escriba que lo introduce en la historia pone de manifiesto la paranoia y la astucia del personaje. Sin embargo, tiene cuidado de señalar que un Poder superior está trabajando para frustrar sus planes y proteger al niño-rey (v 12), un Poder que se identificará con el de un ángel en el primer verso de la siguiente perícopa (v 13).

 

Mateo

 

La importancia de la actividad literaria de Mateo, concentrada en la primera parte de la perícopa, es evidente. El redactor no pretende describir lo que le ocurrió al bebé Jesús poco después de su nacimiento. Lo que le importa es ilustrar, desde el principio del acontecimiento Jesús, la línea fundamental de su evangelio.

El mundo pagano, condensado en unos pocos representantes (el texto no dice que sean tres, ni reyes…), despreciados por ser más o menos magos y taimados, aunque muy generosos pues han reconocido al mesías[8] de Judea haciendo un largo viaje para postrarse ante él, mientras que todos los dirigentes, eruditos y clérigos de Jerusalén -con el beneplácito del “pueblo”- se niegan, aun conociendo las Escrituras[9], a dar el menor paso. El sarcasmo es evidente. La sentencia es incuestionable. La historia es apasionante. La libertad del creador es notable.

 

Línea de significado

 

Hay un elemento que destaca con fuerza en la perícopa de la visita de los astrólogos, tanto en la creación de la narración primitiva como en la redacción mateana, y es la afirmación de la condición regia de Jesús. Los escribas cristianos creen en ella, un pequeño grupo de marginados cree en ella basándose en un fenómeno celestial, pero los eruditos del pueblo elegido, a pesar de su conocimiento de las Escrituras, se niegan a actuar en consecuencia, y el gobernante de turno se aferra a su poder y está dispuesto a hacer cualquier cosa para conjurar la amenaza. Esto es lo que dice el texto. Pero ¿para qué lo dice?

Al inicio de su evangelio, Mateo presenta una clave importante a sus lectores. En la época en que escribe, unos cincuenta años después de la muerte de Jesús, el pueblo de Judea no se reconoce en el cristianismo emergente, y los dirigentes del judaísmo naciente ponen en práctica su decisión de excluir de sus filas a los seguidores de Jesús.

Por ello, se les separa de su familia, sus amigos, su entorno, su oficio y su cultura. Esto es una catástrofe. ¿Qué hacer? ¿Volver a las raíces milenarias o confiar en el nuevo brote? ¿Alinearse con el viejo sistema pasivo o con los humanos en sintonía con el Cielo y el cosmos? Esta cuestión de vital importancia no se responde con la formulación de un credo, sino con la orientación de una vida.

El objetivo de Mateo al escribir su relato de la infancia de Jesús no es, por tanto, que después de leerlo los partidarios de Jesús, al tiempo que proclaman su fe en la realeza de éste, sigan viviendo en su comunidad de Judea. Todo lo que dice el evangelista es del orden de un potente faro para iluminar la vida.

Mateo no nos pide que miremos el faro, sino el camino que muestra. Es un camino hasta ahora desconocido para los suyos, un camino que sólo pueden encontrar si salen de Jerusalén, un camino trazado por extranjeros más o menos al margen, a la espera de una señal del Cielo que les conduzca a un lugar del que nada sabían hasta entonces. Es precisamente este camino el que abren el niño rey y la estrella. Y es en él en quien la historia pide fe, no en el propio niño ni en la estrella, que no son más que los faros que lo iluminan.

Los partidarios y seguidores de Jesús se encuentran hoy en la misma situación que los miembros de la comunidad de Mateo. Sus escribas están atados a su Jerusalén -con su religión, su dogma, su culto, sus leyes, su institución-, mientras que los extranjeros, a quienes se les ha mostrado la miseria del mundo y la zozobra de la naturaleza, les invitan a recorrer con ellos el camino en lugar de seguir dándole la espalda mirando al Faro.

 

Notes :

 

[1] Las negritas indican la esencia de la escritura matea.

[2] Ver Mi 5,1.

[3] Ver Ac 13, 6.8.

[4] Se puede comprender la reticencia de los escribas de la fuente Q a adoptar el discurso de fe de sus colegas de Judea, quienes se atrevían a borrar el origen galileo de Jesús.

[5] Los Yehudim (en hebreo) se convirtieron en los Ioudaioi (en griego), y luego, a través del latín, en los judíos.

[6] Belén está a unos ocho kilómetros de Jerusalén.

[7] Ver el comentario del evangelio del domingo de la Sagrada Familia (8 de enero 2023).

[8] Desde el primer versículo de su evangelio, Mateo declara que Jesús es el “mesías, hijo de David”. Para él es importante que los seguidores de origen extranjero no crean en un rey cualquiera, sino en el mesías davídico (v. 4), nacido en Belén, según el anuncio de la Escritura (v. 6).

[9] La cita de Miqueas (v 6) no se ajusta ni al texto hebreo ni al griego. En aquella época, la tradición manuscrita era fluida y, lejos de estar fijados en su literalidad, los textos antiguos podían modificarse para permitirles expresar un significado pertinente.

À PROPOS D’ANDRÉ MYRE

André es un reconocido biblista, autor de numerosos libros, profesor jubilado de la Universidad de Montreal y especialista de los Evangelios, particularmente el de Marcos. Durante varios años, ha dirigido numerosos talleres bíblicos.

 

Las opiniones expresadas en los textos son de los autores. No pretenden reflejar las opiniones de la Fundación Padre-Menard. Todos los textos publicados están protegidos por derechos de autor.

 

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