ECOS DEL EVANGELIO

La fe de Jesús

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Par André Myre

ECOS DEL EVANGELIO

17 enero 2024

Foto por Jeswin Thomas / Unsplash

No se puede subestimar la importancia del siguiente texto (Q 12,8-9) sobre el Humano. De todos los textos de los Evangelios, es uno de los que con más éxito nos introducen en la mentalidad de Jesús y del cristianismo primitivo de Galilea. La versión de la fuente Q dice así:

 

Q 12,8 Quien me reconozca ante la gente,

el Humano lo reconocerá ante los mensajeros de Dios.

9 Pero quién me negara delante de la gente

será negado ante los mensajeros de Dios.

 

Si bien el versículo 9 no menciona al Humano, en el caso de los que se niegan a reconocer la autenticidad de la vida de Jesús, la redacción del Evangelio de Marcos, en cambio, designa claramente al personaje como el que adopta la postura contraria a la de los adversarios del Nazareno:

 

Mc 8,38 Porque si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras en esta generación infiel y descarriada, también el Humano se avergonzará de él, cuando venga en el resplandor de su Padre con los santos mensajeros.

 

En esencia, pues, la palabra primitiva debía de tener este aspecto:

 

Quien me reconozca, el Humano le reconocerá,
Y quien me niegue, el Humano le negará.

 

Un texto que requiere una explicación.

1. Jesus parecía un profeta, y la vida de un profeta, o de una profetisa, siempre es complicada. Y es que este tipo de ser humano, que escucha su voz interior, tiene la misión de señalar los fallos del sistema. Pero a diferencia de los servidores del sistema, los profetas se presentan sin mandato oficial, sin garantía de autenticidad, sin poder justificarse. Los escribas se remiten a escritos, a una tradición, a una línea de interpretación, a colegas que les apoyan. Los reyes han sido acreditados como tales por sus pares; cuentan con la aprobación de las élites dirigentes, financieras, comerciales y religiosas; han sido proclamados como tales en una celebración oficial.

El sistema se basa en una historia, una cultura, un entorno humano que tiene el poder en sus manos. El profeta que lo desafía, en cambio, carece de poder. Tanto el pasado como el presente se oponen a él porque quiere que las cosas cambien. Los escribas le dicen que se opone a las Escrituras. Los reyes le dicen que contradice la voluntad de Dios, que les ha confiado el poder para que garanticen la continuidad del sistema. ¿Cómo podía el profeta demostrar que su palabra era realmente “palabra de Yahvé”, que sus actos eran realmente signos del deseo de Dios, que el futuro sería realmente conforme a lo que había dicho?

Todo esto es particularmente cierto en el caso de Jesús. Un hombre nacido de madre muy jóven, en una aldea desconocida en lo profundo de Galilea, un carpintero analfabeto sin apoyos notables. Lo tenía todo en contra. Sobre todo porque se refería a un Padre que se negaba a hablar con los grandes mientras confiaba en los menos importantes, y porque anunciaba un régimen de Dios en el que ningún notable querría entrar jamás. Tenía en su contra la Religión, el Dinero y el Poder. Así que sólo podía invitar a sus detractores a la Cita definitiva:

 

Veremos qué piensa el Humano de todo esto.

 

El Humano al que se refería, una figura que Juan el Bautista le había hecho apreciar, era una representación, en forma de ser celeste, de la tarea divina de evaluar el conjunto del comportamiento humano a lo largo de la Historia.

La palabra sobre el Humano es, pues, el equivalente para Jesús de lo que serían las categorías de resurrección y señorío para el cristianismo judaico. Estos términos expresan la misma convicción, a saber, que en el conflicto entre el Nazareno y el Sistema, el Dios vivo estaba de su lado hasta el final.

2. Por eso no debe sorprender que los primeros creyentes de Galilea tomaran las palabras de Jesús como base de su propia fe. Lo hicieron adoptando como propia la categoría de lo Humano, pero no se contentaron con repetir las formulaciones de Jesús, pues lo identificaron con lo Humano, que era él mismo,

. “comme y bebe como todo el mundo” (7,34),
. “no tiene donde apoyar la cabeza” (9,58),
. ”será una señal para esta generación” (11,30),
. llegará a su debido tiempo (12,40), “como un relámpago venido del Este
para brillar hasta el Oeste (17,24),
. y arrasará con todos los seres humanos en el momento de su develación” (17,26.30).

 

Para la comunidad de creyentes del origen de la Fuente, la fe se expresa, pues, sencillamente: hagamos como Jesús, él sabrá reconocer a los suyos. Podemos comprender por qué esta gente sencilla tenía dificultades para entender a sus hermanos de Jerusalén, que desarrollaban los conceptos de resurrección y señorío para expresar su confianza. Y no podemos imaginar la reacción que habrían tenido ante el lenguaje utilizado para expresar su fe en la divinidad de Jesús y en la Trinidad. Ellos eran la familia de los humildes amada por el Padre de Jesús, que no necesitaba un complicado sistema de pensamiento para hacerse entender por los suyos.

Vivir como Jesús, con la esperanza de llegar a ser un día un hermoso ser humano reconocido por él. Es una forma de decir que la fe viene directamente de él. Tengo que confesar que no puedo entender por qué me equivocaría si intentara vivir mi vida compartiendo la fe de Jesús.

 

ACERCA DE ANDRÉ MYRE

André es un reconocido biblista, autor de numerosos libros, profesor jubilado de la Universidad de Montreal y especialista de los Evangelios, particularmente el de Marcos. Durante varios años, ha dirigido numerosos talleres bíblicos.

 

Las opiniones expresadas en los textos son de los autores. No pretenden reflejar las opiniones de la Fundación Padre-Menard. Todos los textos publicados están protegidos por derechos de autor.

 

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