Foto tomada por Alexander Schimmeck / Unsplash
Decidir es el primer paso antes de pasar a la acción. No decidir es aceptar la inmovilidad. Lo que no se mueve se vuelve rígido y pierde su elasticidad. El cuerpo físico necesita moverse. Nuestro cerebro necesita activarse para no perder ciertas facultades.
Para tomar una dirección, tenemos que decidir. Elegir conlleva un riesgo. Si no decidimos sobre nuestra vida, otros decidirán por nosotros.
¿Queremos ser como un perro con correa que obedece a su amo o queremos tener el control de nuestra vida?
Decidir es hacerse responsable de su vida. Decidir lo que queremos es tener libertad absoluta, es un regalo y un privilegio. Todos tenemos, en algún nivel, cadenas que limitan nuestro potencial. Cadenas que nuestros padres nos pusieron a causa de sus propios miedos, de su ignorancia, de su deseo más o menos hábil de protegernos de nosotros mismos o del mundo exterior que, con razón o sin ella, percibían como peligroso para nosotros.
Vencer nuestros miedos
Nuestros padres nos han inculcado valores y también miedos y, con demasiada frecuencia, hemos creído que nos pertenecen a nosotros cuando en realidad son suyos. Estos temores son suyos. No hay que tomarlos. Podemos decidir, a la luz de nuestras propias experiencias, liberarnos de estas cadenas parentales para profundizar en nuestro interior. El camino más grande y majestuoso no es terrenal: está dentro de nosotros. Es un camino interminable con múltiples desvíos.
La sociedad, los gobiernos autoritarios, las sectas, los grupos políticos o religiosos extremistas son causas para sentinos encadenados y atrapados en sus delirios y acciones, a veces muy violentas. Todos estos grupos son espejismos y pueden alterar nuestro viaje interior.
¿Quién no ha experimentado la emoción de lo desconocido al tomar vías inesperadas que desprenden un ramillete de placeres mucho más complejos y exquisitos que una carretera monótona sin árboles, sin montañas, sin paisajes impresionantes? A pesar de las dificultades que enfrenta nuestra conciencia, debemos tener la sabiduría de creer en días mejores y confiar en la vida.
Avanzar libremente por el camino de la vida, guiados por las propias decisiones e intuiciones, es la mejor manera de vivir con alegría y plenitud. Alguien dijo una vez que la intuición es la forma en que Dios nos habla y nos guía.
Decidamos ahora qué camino interior estamos dispuesto a seguir con confianza. Decidamos seguir nuestra intuición sin expectativas, pero con el sincero deseo de ser útiles y solidarios con nuestros semejantes.
ACERCA DE PIERRE FARAH-LAJOIE
Apasionado por el desarrollo empresarial, Pierre ha trabajado en más de 50 países para empresas de diferentes tamaños. Licenciado en Ingeniería Industrial y con un Master en Investigación Operacional por la Escuela Politecnica de Montreal, Pierre es un líder que sabe motivar a sus empleados para que den lo mejor de sí mismos. Su entusiasmo y franqueza con respecto a su visión de la espiritualidad y la vida no deja a nadie indiferente.
Las opiniones expresadas en los textos son de los autores. No pretenden reflejar las opiniones de la Fundación Padre-Menard. Todos los textos publicados están protegidos por derechos de autor.
