ARTÍCULOS

Sobre la oración

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Par Yvon Pomerleau

ARTÍCULOS

11 enero 2023

Foto por William Farlow / Unsplash

En este texto no comentaré el Padre Nuestro con sus diversas intenciones. En su lugar, me centraré en los primeros versículos del evangelio de Lucas (11:1-4), concretamente sobre la oración en general.

“Señor, enséñanos a orar”: esta es la petición que uno de los discípulos dirige a Jesús. Aprender a rezar es también una petición que podemos hacerle a Jesús.

La oración cristiana es un aprendizaje en el que interviene la gracia. Es Jesús quien enseña a sus discípulos a rezar. La oración, antes de ser una súplica, una petición o una acción de gracias, es un don de Dios. ¿Qué debemos pedir a Dios con la oración? El Padre Nuestro enumera ciertas necesidades materiales y espirituales.

Sin embargo, la primera petición que debe habitar nuestra oración es el don. La gracia de la oración consiste en saber rezar. Así como el discípulo de Jesús puede implorar al Señor el don de la fe: “Señor, yo creo, pero ayuda a mi falta de fe”, así también puedo implorar al Señor el don de la oración: “Señor, enséñame a orar”.

La oración cristiana se dirige a un Dios Padre. La oración del discípulo sigue el modelo de la oración de Jesús a Dios Padre. Encontramos varias oraciones en el evangelio en las que Jesús se dirige a su Padre, en el momento de realizar milagros o en vísperas de su pasión. La oración cristiana es también obra del Espíritu Santo en nosotros. Él es el que pone en nuestra boca las palabras de la oración: “Han recibido un Espíritu que los hace hijos; en él clamamos Abba, Padre” (Romanos 8,15).

La oración cristiana tiene una dimensión trinitaria. Las oraciones litúrgicas lo dejan claro. Dirigimos nuestra oración a un Dios Padre todopoderoso y de una ternura inagotable. Se implora a Jesús como mediador a través del cual nuestra oración llega al Padre celestial. Es el Espíritu Santo que interviene para transformar nuestra petición en realidad. Pensemos aquí en las invocaciones del Espíritu durante la plegaria eucarística para convertir el pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Cristo y para reunir a nuestra asamblea en un solo cuerpo.

 

ACERCA DE YVON POMERLEAU

Después de más de treinta años como misionero en Ruanda, donde vivió la violencia del genocidio, y como asesor del Superior de la Orden de Predicadores en Roma, fue prior provincial de los Dominicos de Canadá de 2002 a 2010. Amante de la naturaleza y del otro, Yvon participa, entre otras cosas, en el desarrollo del Hogar del Mundo, un refugio para solicitantes de asilo y refugiados en Montreal.

 

Las opiniones expresadas en los textos son de los autores. No pretenden reflejar las opiniones de la Fundación Padre-Menard. Todos los textos publicados están protegidos por derechos de autor.

 

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