ECOS DEL EVANGELIO

Pero, ¿quiénes son estos enviados?

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Par André Myre

ECOS DEL EVANGELIO

14 diciembre 2022

Foto por Jaime Lopes / Unsplash

Los redactores de la Fuente consideraron el siguiente fragmento (Q 10:16) lo suficientemente importante como para colocarlo al final de la sección sobre el envío en misión. Y merece nuestra atención, aunque a primera vista nada parezca distinguirlo especialmente de los demás.

 

Q 10,16 Recibirles, es recibirme,

y recibirme, es recibir a Aquel que me ha enviado.

 

En efecto, se entiende que algunos han recibido bien a los enviados de la comunidad, al tiempo que los convierten en sucesores del Enviado por excelencia. Dentro de la Fuente, existe un linaje formado por una cadena de enviados:

 

. primero, los profetas y enviados de antaño (Q 13,34)

. luego Juan (Q 7,27)

. después Jesús (Q 10,16)

. luego, los enviados por Jésus (Q,10,3)

. y, por último, los enviados por la comunidad (Q 10,16).

 

La sección termina sin que se explique el nombre de “Aquel” que ha enviado a Jesús.  Se le nombrará en el primer versículo de la siguiente sección (Q 10:21), la cual, como señal de su importancia, se sitúa en el centro de toda la Fuente. Así, el v. 16 prepara a los lectores para el fondo de lo que la Fuente tiene que decir.

El contenido del versículo se basa en el envío, una importante institución en el antiguo Cercano Oriente. El enviado representa a la persona que le ha delegado[1]. Su función exige que se le trate, reciba y escuche del mismo modo que se habría hecho con su emisor. A través de él, es el emisor el que es visto, conocido y escuchado[2].

En este contexto, las palabras de Q 10,16 adquieren todo su significado. Recibir a los enviados de Jesús es recibir a Jesús mismo, así como recibir a Jesús es recibir a Aquel que lo ha enviado. Lo que la Fuente está diciendo es que los enviados de Jesús deben ser tratados como si fueran Dios mismo, ya que lo representan.

Las palabras de la Fuente, que expresan la visión de las cosas del linaje, serán aprobadas un día por el Humano mismo. El razonamiento del documento es muy coherente. Todo se ve desde el punto de vista del linaje, su lectura de la realidad y su creencia de que su visión representa la del Dios vivo. En este linaje, Jesús desempeña un papel destacado. La Fuente habla de él como si recogiera en sí mismo el sentido del linaje que le precede y anunciara la visión final de Dios (el Humano) sobre el conjunto de la Historia.

Por tanto, no insiste en su persona, sino en su papel. Si la Fuente declara que acoger a los suyos es acoger a Jesús, y acoger a Jesús es acoger a Aquel que le ha enviado, no es para centrarse en la persona de estos enviados, sino en la autenticidad de su modo de ver la sociedad y en la pertinencia última de su compromiso. A la Fuente sólo le preocupa la misión: ¿se ha cumplido? ¿está en conformidad con el mandato otorgado por el Enviador? Si es así, bien.  Si no, los enviados pueden ser cambiados (Q 3,8)[3].

Como atestigua el contenido de la siguiente perícopa, el Enviador sólo se da a conocer entre la gente humilde. Por tanto, es en la base de la sociedad donde se encuentra la verdad sobre él, y de ahí se extraen los enviados capaces de realizar gestos pertinentes y pronunciar palabras acordes con la personalidad del Enviador. Esto demuestra el significado revolucionario de una palabra que parece bastante insignificante.

Durante siglos, el conocimiento de Dios había estado en manos de eruditos, personas que sabían leer y escribir, y la oración se había reservado a los sacerdotes, una clase de iniciados establecida por el rey para dirigir las palabras adecuadas a la deidad y protegerla así de los siempre presentes rumores populares. En la actualidad, sin embargo, esta práctica está radicalmente descartada. Se supone que Dios ha decidido decirse de una forma diferente, por medio de “enviados” que no tienen más crédito que decir que han sido delegados por uno de los suyos, ejecutado en su día por blasfemo y sedicioso. Los escribas de la Fuente deben utilizar todos sus recursos para tranquilizar a los enviados, que tendrán que enfrentarse a un sistema despiadado para ellos.

Ni que decir que en los siglos transcurridos desde que se escribió la Fuente Q, los eruditos han recuperado el poder, el sacerdocio ha pasado a ocupar el lugar del carpintero de Nazaret, y todos han interpretado la perícopa sobre los enviados como si hablara de ellos. Por el momento, la Fuente se encuentra, por así decirlo, en las catacumbas de la fe.

 

Notes :

 

[1] La institución de la delegación sigue existiendo hoy en día, y la función de embajador es probablemente la mejor ilustración de ello. El embajador representa a su país, y su palabra tiene el peso moral, económico o militar del gobierno que lo nombró.

[2] En este contexto debe entenderse un diálogo como el de Jn 8,56-58. A Jesús, quien declara que Abraham se regocijó al verle, los de Judea responden que eso es imposible, ya que no tiene ni cincuenta años. A esto Jesús responde que su existencia es anterior al tiempo de Abraham. Esta palabra depende del esquema del enviado: puesto que, en palabras del evangelista, Jesús es el enviado del Padre, puede decir de sí mismo todo lo que se puede decir de Dios.  Lo representa totalmente. Según esta manera de pensar, en su ser, Jesús es pura y simplemente un hombre. Pero debido a su función, debe ser tratado como si fuera Dios mismo. Juan no dice nada diferente de la Fuente.

[3] El comentario anterior reproduce esencialemente el de A. MYRE, La Source des paroles de Jésus, Montréal, Novalis, 2011/Paris, Bayard, 2012, pp. 164-166.

 

21º texto de la serie La fuente de las palabras de Jesús

 

ACERCA DE ANDRÉ MYRE

André es un reconocido biblista, autor de numerosos libros, profesor jubilado de la Universidad de Montreal y especialista de los Evangelios, particularmente el de Marcos. Durante varios años, ha dirigido numerosos talleres bíblicos.

 

Las opiniones expresadas en los textos son de los autores. No pretenden reflejar las opiniones de la Fundación Padre-Menard. Todos los textos publicados están protegidos por derechos de autor.

 

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