ECOS DEL EVANGELIO

Asuntos de poder

Photo André Myre

Par André Myre

ECOS DEL EVANGELIO

17 mayo 2023

Foto por Mufid Majnun / Unsplash

Para elaborar su documento, los redactores de la Fuente contaban con múltiples fragmentos tradicionales de origen dispar, que reflejaban la vida cotidiana de los seguidores de Jesús.

Las tres perícopas que siguen (Q 11,21-26) se sitúan después de un breve relato de un exorcismo de Jesús, seguido de una discusión sobre el origen del poder allí manifestado. Los redactores consideraron que aportaban elementos de reflexión sobre esta última realidad.

 

1. La primera afirmación es evidente, especialmente para las personas cuyo poder es muy limitado.

 

Q 11,21 Imposible robar la casa de un hombre poderoso.

22 Pero si alguien aún más poderoso lo vence, le robarán.

 

Uno no se mete con la propiedad de los importantes, que suele estar bien vigilada. Sin embargo, a menudo se producen encarnizados juegos de poder entre los poderosos. Evidentemente, esto es una palabra de sabiduría: antes de atacar a una persona con poder, hay que hacer un balance de sus fuerzas, de lo contrario será un desastre. No hay ni que decirlo. La Fuente tiene evidentemente en mente los exorcismos de Jesús: consiguió expulsar a los espíritus malignos porque era más fuerte que ellos.

Sin embargo, al retomar esta perícopa, se dirige a los partidarios de la comunidad: cuando uno se arma sólo con la palabra de Jesús, debe ser consciente de los límites de su acción y no hacer cualquier cosa. Es importante ser consciente de la violencia que implica el anuncio que se aprende de Jesús: a los ojos de los poderosos, la instauración del régimen de Dios les despojaría de sus privilegios y les despojaría de sus bienes más preciados. Por tanto, hay que ser fuerte para provocarles de este modo, por lo que más vale estar prevenido.

Insisto en la atmósfera de tensión y violencia que rodea la palabra, porque está muy extendida en la tradición evangélica y está completamente borrada por la predicación y la interpretación actuales. Decir cómo ve Dios el modo en que la humanidad se ha organizado es algo peligroso, como atestigua esta perícopa, llena de experiencia.

 

2. La segunda perícopa sigue la misma línea que la primera.

 

23 Quien no está conmigo está contra mí,

y quien no se reúne conmigo se dispersa.

 

Las frases sont tajantes: está Jesús y los otros; si no estás con él, estás contra él; si no eres uno con los demás partidarios y seguidores que te rodean, eres uno de los individuos a los que el sistema ha aislado para dominarlos mejor. Uno no puede, al mismo tiempo, afirmar que cree en Jesús y estar ocupado sirviendo al sistema. Uno no puede, al mismo tiempo, trabajar para dar forma a un “nosotros” que esté unido por una visión común de la familia humana y por el reparto integral, y al mismo tiempo servir a sus propios intereses obedeciendo los imperativos del sistema. Es lo uno o lo otro. Hay que verlo claro, para poder asumir los compromisos que la vida impone sin perder de vista la orientación de su propia vida. La cuestión del poder, aunque implícita, se plantea brutalmente: ¿quién gana mis elecciones, Jesús o el César?

 

3. La tercera perícopa relata las consecuencias de un exorcismo [1].

 

24 Una vez fuera de alguien, el aliento maligno vaga por lugares áridos. Busca la paz, pero no la encuentra.

Bueno, sólo tengo que volver a la casa de la que salí.

25 Él va allí, y allí está, barrido limpio y ordenado. 26 Así que se va a buscar a otros siete alientos, aún más malvados que él, y éstos se instalan. El final es entonces peor que el principio.

 

El desierto se consideraba el hábitat de seres extraños, salvajes y peligrosos. Es, pues, el hogar de los demonios, que, por desgracia, se han aficionado a las viviendas humanas. En esta tercera perícopa, uno de ellos, tras haber sido expulsado, parte para movilizar a un grupo propio extremadamente poderoso (“siete”) con el que podrá volver a invadir al que antes estaba enfermo. La historia da testimonio, por supuesto, de una experiencia demasiado frecuente: las curaciones se producen, afortunadamente, pero las enfermedades han adquirido, por desgracia, la mala costumbre de volver. Y cuando lo hacen, a menudo son peores que antes.

Lucidez, resignación y realismo ante el poder de la enfermedad son algunas de las reacciones que la sabiduría, según las circunstancias, tiene que recomendar a los humanos. En los evangelios, acostumbrados a destacar los poderes curativos y vivificantes de Jesús, es raro encontrar este tipo de texto que, con hartazgo, testimonia la consternación de los humanos ante el poder superior de la enfermedad.

Estos tres fragmentos tradicionales, reunidos artificialmente en torno al tema del poder, nos permiten adentrarnos en la vida de las primeras comunidades galileas de partidarios de Jesús. Eran gente sencilla que se sentía impotente ante los poderosos que los dominaban: ¿quiénes eran ellos para proponer otro modo de organizar la sociedad? Para ellos, no había esperanza de una vida algo decente más que en el fortalecimiento del grupo, en el apoyo mutuo y en el compartir.

Divididos en individuos separados por infinidad de intereses personales, estaban perdidos. Afortunadamente, su confianza en Jesús les daba consuelo; lo necesitaban en un mundo duro donde poderes superiores a los humanos hacían la vida difícil. Sobre estas duras realidades de la vida reflexionaban los escribas encargados de vigilar a los grupos de seguidores de Jesús. De este modo, siguiendo a Jesús, se les revelaban las preocupaciones del Padre por su familia de seres humildes.

 

Nota:

 

[1] El relato de la curación del paralítico en Mc 2,1-12 fue probablemente en su origen un exorcismo. Los portadores conducen al enfermo a través de una abertura incongruente -un agujero en el techo hecho con ramas y tierra- que luego pueden tapar. De este modo, si el mal aliento tiene la mala idea de volver, ya no encontrará el lugar por el que entró y salió.

 

ACERCA DE ANDRÉ MYRE

André es un reconocido biblista, autor de numerosos libros, profesor jubilado de la Universidad de Montreal y especialista de los Evangelios, particularmente el de Marcos. Durante varios años, ha dirigido numerosos talleres bíblicos.

 

Las opiniones expresadas en los textos son de los autores. No pretenden reflejar las opiniones de la Fundación Padre-Menard. Todos los textos publicados están protegidos por derechos de autor.

 

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