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Cuatro mendrugos de pan

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Par Miriam Castro

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1 febrero 2023

Foto por Miriam Castro

Este libro de Magda Hollander-Lafon trata sobre la vida y el perdón. Cuatro mendugros de pan es un testimonio espiritual de gran intensidad y delicada intimidad. La autora, sobreviviente del genocidio judío, nos sumerge en el horror de la Shoá y, sin embargo, nos guía con su luz de esperanza para mostrarnos su camino de renacimiento, encuentros redentores y paz interior.

 En mayo de 1944, a la edad de dieciséis años, Magda fue deportada junto con su madre y su hermana menor al campo de concentración de Auschwitz-Birkenau. Al llegar al campo, la pequeña familia fue separada. Siguiendo el consejo de un prisionero, Magda afirmó tener dieciocho años, escapando así, sin saberlo, de la cámara de gas.

Durante meses vivió en un mundo de oscuridad, miedo, humillación y muerte. Vivirá con el dolor de no haber tenido tiempo de despedirse de su madre y de su hermana pequeña, quienes morirían poco después de su llegada al campo. Durante años, Magda vivió con el remordimiento de haber sobrevivido: “¿Por qué no a las demás? Valían mil veces más que yo. ¿Qué voy a hacer ahora conmigo misma?”

Magda cuenta sus experiencias con un lenguaje sencillo y sincero, con una profundidad poética que conmueve y hace pensar. Despojada de todas las posesiones materiales, ella tomó conciencia de su cuerpo, especialmente de sus pies “que llevan el peso de toda una vida”. Les hablaba, les pedía que no tropezaran, que no dejaran de correr, que convencieran a sus verdugos de que todavía estaban en condiciones de trabajar para escapar a la “solución final”.

En esta vida caótica, incierta y desesperada, Magda descubrirá que puede ser libre mirando al cielo, a las nubes, a las estrellas.

El viento perseguía a las nubes que corrían a gran velocidad; estaba fascinada por la belleza de este movimiento. Pensaba que si las nubes se movían, yo también podría hacerlo. En mis sueños, daba la vuelta al mundo montada en las nubes.

Y luego, ¿cómo hacer para vivir?

En abril de 1945, Magda y otras cuatro mujeres consiguieron escapar. Húngaras, ninguna de ellas quería volver a su casa porque no había nadie esperándolas. Deciden tomar un tren hacia París, “la ciudad de nuestros sueños”. Sin embargo, se bajaron en Namur, Bélgica, atraídas por el “delicioso olor a pan” y la cálida acogida de los belgas.

La autora cuenta cómo se apresurará para ponerse al día, para ser como los demás. Aprendió francés y tomó cursos para ser psicóloga infantil. Acompañando a los jóvenes, encontrará la manera de curar sus heridas.

La vida me ha enseñado a vivir cada momento como si fuera el último. Me dejo llevar por el momento presente. Cada presencia me ofrece un momento único. Su belleza me tranquiliza; desde allí escucho lo que Tú no dices. La alegría de vivir es el cielo en la tierra.

Dar un sentido a su vida

El título del libro proviene de un encuentro en el campo de concentración con una mujer moribunda que guardaba cuatro pequeños trozos de pan mohoso en la palma de su mano. Los había conservado, pero ya no los podía comer. Llamaba a alguien y Magda respondió. Con una voz apenas audible, la mujer le dijo: “Toma. Eres joven, tienes que vivir dar testimonio de lo que está sucediendo aquí. Hay que contarlo para que esto no vuelva a ocurrir en el mundo.” La joven Magda se tragó los trozos de pan y, abrumada por la carga simbólica del gesto, dejó que esta experiencia desapareciera de su memoria durante varios años.

En 1978, Louis Darquier de Pellepoix, un político francés conocido por su posición antisemita, dijo: “En Auschwitz sólo se gaseó a los piojos”. La perversión de esta declaración indignó a Magda, quien decidió pronunciarse para honrar la memoria de los desaparecidos en los campos de exterminio nazis.

Era obvio para mí que este recuerdo de la muerte tenía que transformarse en una apelación a la vida. Comprendí que la paz sólo puede construirse si cada uno de nosotros encuentra o redescubre el gusto por la vida.

Así es como nació este libro: del deseo de dar un testimonio espiritual que se dirija a todos como una invitación para emprender un camino de empoderamiento, paz interior, autoconfianza, vida y libertad.

ACERCA DE MIRIAM CASTRO

Apasionada de los viajes y la cultura, Miriam decide establecerse en Quebec y finaliza una Maestría en Comunicación por la UQAM, mientras dirige la Fundación Père-Ménard. Cuando no está corriendo para hacer su meditación en movimiento, Miriam gusta de leer un buen libro, mirar series o compartir una buena comida con las personas que ama.

Las opiniones expresadas en los textos son de los autores. No pretenden reflejar las opiniones de la Fundación Padre-Menard. Todos los textos publicados están protegidos por derechos de autor.


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