Foto por Miriam Castro
Yvon quería ser misionero desde que era pequeño. Tuvo que esperar más de cuarenta años para hacer realidad su sueño de ayudar a niños sin recursos en el extranjero a alcanzar sus propios sueños.
Originario de Pointe-aux-Trembles, Yvon participaba con frecuencia en los retiros espirituales que impartía el padre Marcel Paquette, msa, en el Colegio St-Jean-Vianney. Allí conoció también al padre Eusebio Menard, ofm, fundador de los Misioneros de los Santos Apóstoles, quien solía decirle: “Yvon, con nosotros siempre habrá un sitio en la mesa para ti”.
Sin embargo, Yvon siguió el camino misionero más adelante. Estudió Pedagogía y enseñó en las escuelas Le Caron y Guybourg de Montreal.
Demasiado viejo para ayudar
Cinco años antes de su jubilación, su deseo de ir a una misión en el extranjero volvió con fuerza. Empezó a buscar una obra, pero le dijeron que era demasiado viejo para ser misionero. Yvon no dejó que esto le desanimara. Un día, los salesianos le dijeron que conocían un lugar donde podrían aceptarlo a pesar de su edad (tenía 55 años): un hogar para huérfanos en Bolivia.
Ojalá la gente fuera tan abierta a las vocaciones tardías [de adultos] como el padre Eusebio Menard. Hay personas con cierta experiencia que tienen tantas cosas maravillosas que ofrecer.
De hecho, los doce primeros apóstoles elegidos por Jesús eran hombres que ya tenían un oficio. No obstante, cuando Jesús les llamó, lo dejaron todo para seguirle.
Así que, al cabo de 33 años como profesor estatal, Yvon se jubiló para convertirse en voluntario laico y ayudar en otro país. “Me jubilé en junio de 1995 y dos meses después estaba en el avión rumbo a Bolivia. Ya había esperado demasiado”.
Misión en Bolivia
Al llegar a Vallegrande, un pueblo del departamento de Santa Cruz, Yvon vio el lamentable estado del hogar que acogía a treinta y tres niños huérfanos. Sus padres sólo tenían dinero para darles de comer una vez al día. El hogar había sido fundado por Mamá Nelly, una mujer boliviana que ya no podía ocuparse de ellos debido a su edad avanzada. Las necesidades del lugar eran inmensas y los fondos insuficientes. “Cuando vi la terrible situación de los niños que vivían en el hogar, le pregunté a Monseñor Tito Solares, sdb: ‘¿Qué puedo hacer?’ y él me respondió: ‘Todo es posible, depende de ti’”. Unos meses más tarde, Yvon fue nombrado director del hogar.
En una visita a Montreal, Yvon solicitó la ayuda a antiguos colegas, amigos y vecinos. En 1997, decidió crear la organización benéfica Enfants de Bolivie (Niños de Bolivia) para facilitar la recaudación de fondos. Veinte años después, el fiel apoyo de los donadores quebequenses ha permitido al Hogar de Niños Jesús Infante ayudar a más de tres mil jóvenes. El gobierno boliviano asigna una contribución mínima al hogar por cada niño a su cargo, pero esto dista mucho de ser suficiente. En el Hogar de Niños Jesús Infante se aloja, alimenta y viste a niños de entre 5 y 18 años. Además, reciben atención sanitaria, formación cristiana y apoyo para su educación primaria y secundaria. Sobre todo, crecen en un ambiente sano, agradable y afectuoso. Los jóvenes mayores de 18 años que ya no pueden quedarse en casa siguen recibiendo ayuda y apoyo para que puedan estudiar en el colegio, la escuela de formación profesional o la universidad.
En su camino misionero, Yvon ha puesto en práctica la filosofía de Don Bosco[1]: “Educar es amar a los jóvenes tal como son y no como nos gustaría que fueran”. Cada educador debe aprender continuamente a vivir el duelo de su propio proyecto para el joven si quiere ayudarle a construir su propio futuro».
Hay historias de éxito como las de Yamil Cruz y Roly Rojas. Ambos crecieron en el Hogar de Niños Jesús Infante. Yamil estudió Derecho y actualmente es el representante legal del hogar. Por su parte, Roly, que también estudió en la universidad, es el director-representante de Niños de Bolivia en la localidad. Estos jóvenes profesionales continúan la labor iniciada por Yvon Sabourin.
Desde hace más de diez años, Enfants de Bolivie aporta 7 mil dólares al mes para apoyar las actividades del Colegio Juan Pablo II, que acoge a niños y jóvenes con discapacidades físicas o intelectuales. La mayoría de ellos pertenecen al pueblo guaraní y sus familias viven en condiciones de extrema pobreza. El colegio da a las familias y a los niños una comida nutritiva al día y vela por su bienestar proporcionándoles medicinas, sillas de ruedas, etc.
Ángeles entre nosotros
Varias veces, Yvon se preguntó cómo podría seguir dirigiendo el hogar, porque los niños de Bolivia se habían convertido en sus propios hijos. Ha sido testigo del poder de la Providencia y ha vivido momentos extraordinarios, marcados por la generosidad y la humanidad:
Era una fría mañana de sábado. Había ido al pueblo a comprar comida para el almuerzo de los niños. Fue entonces cuando oí unas palabras en francés. Me di la vuelta y vi a una pareja de extranjeros. Empezamos a hablar. Les dije que cuidaba de un hogar para niños. Querían llevarme a casa para conocer el lugar. Vieron la casa y conocieron a los niños. Fue entonces cuando la señora pidió verme en privado. En mi despacho, sacó su cartera y me dio el contenido. Después, se marcharon. ¡No me lo podía creer! Era una gran suma de dinero. En mi asombro, olvidé pedirles los datos de contacto para enviarles algo en agradecimiento. Fui al pueblo y los busqué. No había nada. Nadie había visto ni oído a ningún extranjero.
En el día a día, estos ángeles también se presentan en forma de personas que llevan muchos años ayudando a garantizar la correcta gestión de los donativos, el programa de apadrinamiento de niños y jóvenes, la preparación y el envío de boletines informativos y otras tareas administrativas. Entre ellas están Réjeanne Laneuville, profesora jubilada y ex presentadora del programa C’est la vie! de Radio Ville Marie, Monique-Émilie Laveau, quien fue Secretaria Episcopal de la Diócesis de Montreal, así como otros voluntarios dedicados a cumplir la misión de la organización.
Gracias a los medios de comunicación actuales, Yvon está en estrecho contacto con los responsables del hogar y del colegio en Bolivia. Se encuentra en remisión de un cáncer y recupera poco a poco sus fuerzas. “Todo este trabajo me mantiene vivo y me llena de esperanza y alegría”.
Para más información sobre Enfants de Bolivie, haga clic en este enlace.
Nota:
[1] Don Bosco o San Juan Bosco, cuyo nombre de nacimiento era Giovanni Melchior Bosco (1815-1888), fue un sacerdote italiano que dedicó su vida a la educación de niños de escasos recursos. En 1859 fundó la Sociedad de San Francisco de Sales, más conocida como congregación salesiana. Fue canonizado en 1934.
ACERCA DE MIRIAM CASTRO
Apasionada de los viajes y la cultura, Miriam decide establecerse en Quebec y finaliza una Maestría en Comunicación por la UQAM, mientras dirige la Fundación Père-Ménard. Cuando no está corriendo para hacer su meditación en movimiento, Miriam gusta de leer un buen libro, mirar series o compartir una buena comida con las personas que ama.
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