ENTREVISTAS

Vladimir Midvichi: “Un ícono no se pinta, se escribe”

photo Miriam Castro

Par Miriam Castro

ENTREVISTAS

24 junio 2020

Cuando la mayoría de las personas no sabía leer ni escribir, los íconos facilitaron una mejor comprensión de los pasajes bíblicos, explica en entrevista, Vladimir Midvichi, pintor y especialista en Arte Antiguo.

 

Vladimir nació en 1977 en Vaslui en la región de Moldavia en Rumania. Creció durante el sistema comunista que se impuso en el país durante casi 60 años. Era un adolescente cuando la revolución de 1989 derribó el bloque comunista en el este. “Mi infancia fue feliz y nunca faltó comida aquí. Sin embargo, recuerdo que en los supermercados y tiendas de mi ciudad natal, los estantes estaban vacíos, a pesar del hecho de que era una región con una gran producción láctea, agrícola y textil “.

Habiendo reconocido su talento, sus padres lo animaron a estudiar arte y Vladimir regresó a la escuela de arte Octav Bãncilã en la ciudad de Iasi. Allí conocerá a su futura esposa, Aura Chiriac, pintora multidisciplinaria. En 2006, llegaron a Montreal con su hija mayor, que tenía dos años y medio. Actualmente, trabajan juntos en Valuarda, su taller de arte antiguo e iconografía ubicado al pie del Oratorio de San José.

 

Religión y comunismo

 

Rumania es un país predominantemente cristiano y el sistema comunista era más abierto que en la Unión Soviética. “La gente se declaraba atea y no se nos permitía ir a la iglesia, pero Nicolae Ceauşescu (1) no erradicó las iglesias ni persiguió a los sacerdotes tanto como Stalin”.

Vladimir tuvo su primer contacto con los íconos a la edad de 6 años cuando su tío lo llevó a una ceremonia de adoración de íconos, que tuvo lugar en el sótano de una iglesia, a la luz de las velas. “Había mucha gente y todos llevaban lentes obscuros y bufandas para ocultar sus rostros. Me obligaron a besar todas las piezas de madera ennegrecida por el humo que colgaban de las paredes”.

Cuando habla de su abuela el rostro de Vladimir se ilumina. De religión ortodoxa, ella iba a la iglesia a escondidas por temor a que sus vecinos la denunciaran. Le contaba historias todas las noches antes de acostarse:

 

¡Me encantaba escucharla! En completa oscuridad, ella comenzaba sus historias. Más tarde, cuando comencé en el arte sacro iconográfico, me di cuenta de que conocía todas las historias de la Biblia, pero no sabía cómo. Entonces, entendí que todas las “historias” de mi abuela eran en realidad pasajes bíblicos, pero ella nunca nos lo dijo para protegernos.

Vladimir Midvichi

 

 

Madre de Dios de la Pasión, ícono ruso

 

¿Qué es un ícono?

 

El témino ícono (del griego εἰκών, eikōn ) significa imagen o representación. Sin embargo, un ícono no es una imagen religiosa sino un objeto litúrgico, como los que están en el altar y los que se usan durante la misa. Todo lo representado en un ícono tiene un significado simbólico.

“Uno no pinta un ícono, lo escribe. Es como escribir un evangelio. Cuando la mayoría de las personas no sabían leer ni escribir, los íconos ayudaron a una mejor comprensión de las historias bíblicas. Facilitaban la oración comunitaria y personal”.

En las iglesias ortodoxas hay una pared, hecha de madera o ladrillos, que separa el altar del resto de la iglesia. Se llama iconostasio y en éste son representados íconos, de acuerdo a un programa preciso. Un iconostasio generalmente se ve como una puerta hacia el mundo divino.

Son los monjes quienes transmitían la información de manera estricta y precisa sobre la técnica iconográfica. Aprendieron de sus maestros. Respetando los cánones impuestos, algunos de estos monjes fueron muy destacados. Entre ellos, hay verdaderos artistas que lograron imprimir una suavidad en las caras, pues tenían un profundo conocimiento de la anatomía y la representación de diferentes texturas.

En la iconografía bizantina, hay nombres conocidos como Andrei Rublev (2), un gran iconógrafo ruso que fue aprendiz del monje Theophanes El Griego. (1350-14100).

 

El futuro de la iconografía

 

Durante el comunismo, los íconos se convirtieron en reliquias muy importantes que se se vendían a elevados precios en Occidente. Los coleccionistas en Italia, Francia, Alemania e Inglaterra compraban todo lo que venía de Oriente, pues consideraban a los íconos como obras de arte únicas y pagaban mucho dinero para tenerlos.

El precio de un ícono real es entre $ 500 y $ 1,000. Hay iconos tan grandes como una puerta que pueden costar más de $ 10,000. El precio es alto porque hacer un gran ícono puede llevar meses, ya que hay etapas laboriosas, reglas y cánones que deben seguirse al pie de la letra.

Vladimir da conferencias en bibliotecas y universidades y nos cuenta que en Quebec existe una cierta curiosidad entre los jóvenes por el arte iconográfico. Además, él es uno de los proveedores de soportes de madera para pintar íconos, los cuales son producidos según la tradición.

“La demanda constante de mis soportes de madera significa que las personas pintan íconos todos los días en Canadá. ¡Esto es fantástico!”

 

Notes :

 

1) La revolución rumana de 1989 tuvo lugar luego de un golpe de Estado facilitado por una serie de disturbios y protestas que ocurrieron en diciembre, lo que condujo al derrocamiento y la muerte por fusilamiento del dictador comunista Nicolae Ceaușescu y su esposa.

 

2) Nació alrededor de 1360-1370 y murió entre 1427 y 1430. Su vida inspiró al cineasta soviético Andreï Tarkovski, quien le dedicó una película de ficción titulada Andreï Rublev, realizada en 1966.

 

ACERCA DE MIRIAM CASTRO

Apasionada de los viajes y la cultura, Miriam decide establecerse en Quebec y finaliza una Maestría en Comunicación por la UQAM, mientras dirige la Fundación Père-Ménard. Cuando no está corriendo para hacer su meditación en movimiento, Miriam gusta de leer un buen libro, mirar series o compartir una buena comida con las personas que ama.

 

Texto traducido al español por Sandra Ortega, en el marco del programa Forjando Líderes Comunitarios, de la Fundación CEILI, A.C. #SoyLíderFunCeili

 

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