Cualquier momento posterior al presente es nuevo y aún no ha existido. Este pensamiento de Heráclito lo ilustra bien: “Todo está en perpetuo cambio, todo está en movimiento y nada es eterno. Por lo tanto, no podemos navegar dos veces en el mismo río. Porque, cuando entro en el por segunda vez, el río ha cambiado y yo también ”. La vida es un cambio constante.
Nada vale la pena de ser encontrado sino lo que jamás ha existido aún.
Theilhard de Chardin
De noche, mirando un cielo despejado y con una luna llena brillando sobre nosotros, vemos miles de estrellas tan distantes, tan misteriosas. Nos parecen inmóviles y, sin embargo, están en constante movimiento. ¡Nos asombran y nos hacen sentir muy pequeños en esa inmensidad de la que solo hemos podido descifrar una pequeñísima parte!
A los humanos nos conmueve lo maravilloso. Por el contrario, los animales no están impresionados por este otro mundo distante que existe sobre sus cabezas, no tienen conciencia de él. Nosotros lo estamos, nos intriga el significado de su existencia y la nuestra.
La fragilidad de nuestra existencia se hace patente cuando vivimos situaciones de rupturas, cuando nos enfrentamos de cara a pruebas, accidentes o enfermedades. Jim Rohn, empresario y coach de desarrollo personal en el mundo empresarial, quien murió en 2009, escribió: “Cuida bien tu cuerpo, es el único lugar que tienes para vivir”. Y para vivir tienes que respirar.
El aliento de la vida
Solemos respirar sin darnos cuenta. La respiración consta de dos movimientos opuestos. La inspiración (inhalación) relacionada con la vida y la espiración (exhalar) relacionada con la muerte. Comenzamos nuestra vida independiente con una inspiración y la terminamos con una espiración, un último aliento.
La palabra latina spiritus se traduce como aliento de vida o inspiración. El recién nacido comienza su vida independiente con este aliento de vida. El moribundo, que ya no tiene fuerzas para una nueva inspiración, hace una exhalación final. Este es el final del ciclo. Sin un nuevo aliento de vida,nos enfrentamos a la muerte, al misterio, a lo sagrado. “Sentirse inspirado” también se asocia con ese aliento creativo que nos impulsa.
En cada uno de los ciclos respiratorios, todo está ahí: el movimiento y sus contrarios, el principio y el final, el nacimiento y la muerte. El organismo vivo es ante todo una respiración, un estado de dependencia de este movimiento que comienza y se completa constantemente. Lo ordinario aparece en el acto de respirar y lo extraordinario es evidente cuando comprendemos que en nuestro propio cuerpo este movimiento es autónomo.
Los ejercicios de respiración y meditación giran en torno a esta necesidad fundamental de ayudarnos a estar presentes. Sentir o incluso saborear este aliento de vida, como cuando se degusta un alimento. Sólo es cuestión de tomar un descanso después de exhalar. El límite se siente rápidamente y el aire adquiere todo su sabor. Respirar es existir y, sin embargo, somos muy poco conscientes de ello.
En la inspiración y la expiración, la vida impone su fórmula, sin dejar de ser un misterio donde lo infinitamente pequeño presupone lo infinitamente grande y la oscuridad precede a la luz. Más allá de toda tecnología, se puede decir que la vida se activa naturalmente, se actualiza conscientemente y se expresa sobrenaturalmente al nacer y renacer constantemente.
Albert Einstein escribió: “Solo hay dos formas de vivir tu vida, una es como si nada fuera un milagro y la otra como si todo fuera un milagro. ”
ACERCA DE DENIS GAUTHIER Y PIERRE BRULÉ
Denis es filósofo y Pierre, psicólogo. Ambos tienen un MBA de universidades quebequenses. Se conocieron durante un curso de filosofía dado por la Universidad de Quebec en Trois-Rivières y son coautores del libro Se voir autrement, la conscience et son pouvoir. Amantes de la naturaleza, las personas y los desafíos, han embarcado juntos en la aventura de escribir esta crónica espiritual.
Texto traducido al español por Sandra Ortega, en el marco del programa Forjando Líderes Comunitarios, de la Fundación CEILI, A.C. #SoyLíderFunCeili
