ECOS DEL EVANGELIO

Un Dios extramuros

Photo André Myre

Par André Myre

ECOS DEL EVANGELIO

13 noviembre 2024

Foto por Beth Macdonald / Unsplash

Es evidente que la Fuente ha colocado el siguiente texto (Q 13:29-35) después de aquel en el que un grupo de seguidores de Jesús fueron excluidos del régimen de Dios, porque tiene un contenido similar.

 

Q 13,29 Muchos vendrán de Oriente y Occidente para sentarse a la mesa 28 con Abraham, Isaac y Jacob bajo el régimen de Dios.

Pero ustedes serán arrojados a las tinieblas. Allí será el llanto y el crujir de dientes.

30 Los últimos serán los primeros,

y los primeros serán los últimos.

34 Jerusalén, Jerusalén, tú que matas a los profetas y apedreas a los enviados. He intentado tantas veces reunir a tus hijos, como una madre que toma a sus polluelos bajo sus alas. Pero no han querido.

35 Pues bien, su casa ha sido abandonada… Les digo que no volverán a verme, hasta que llegue el momento de decir:

Bendito el que viene en nombre del Señor.[1]

 

La perícopa se compone de dos piezas de construcción similar que se colocan en forma paralela a ambos lados de un centro, del que se extrae la lección (v 30). Cada una consta de una declaración (vv 29.28a y 34), seguida de una amenaza (vv 28bc y 35) [2]. Ambas fueron escritas en Galilea y, en palabras de los escribas cristianos que vivían allí, se dirigen a los habitantes de Judea (“ustedes”) en general, incluida Jerusalén, a la que se dirige específicamente (“tú”).

1. La primera palabra, escrita desde el punto de vista de un escriba que se considera situado entre Asia y Europa, es reveladora de su manera de entender la instauración del régimen de Dios. Éste se establecerá dentro de las fronteras de Galilea (“vendrán muchos”); habrá comida para todos, y comunión de mesa entre Abrahán y sus hijos, por una parte, y los extranjeros que vendrán de oriente y occidente, por otra. Por otra parte, los judíos, que han invadido la región y la controlan desde Jerusalén, serán “expulsados” del territorio, donde reinará la oscuridad del sistema opuesto al régimen de Dios; entonces se consumirán de ira y arrepentimiento (“llanto y crujir de dientes”).

Aunque es imposible estar seguros de que un día Jesús pronunciara exactamente una palabra así, se nos permite, sin embargo, porque el escriba que la escribió compartía su manera de ver las cosas, una cierta inmersión en la idea que tenía del régimen de Dios. Contemplaba una realidad muy concreta: un cambio de régimen, en un territorio preciso, dentro de fronteras definidas, con grandes movimientos de población, en condiciones en las que la gente del lugar tendría las necesidades de la vida con el ocio para disfrutarlas. La palabra orienta nuestro pensamiento en una dirección completamente distinta de la del don de una salvación puramente espiritual, o del establecimiento de una realidad puramente religiosa. El hombre se interesaba por todas las dimensiones de la realidad humana: política, económica, social, sanitaria, religiosa, etc. Jesús adoptó una visión amplia, sin dejar de centrarse en su pequeño país, al que quería ver vivir en libertad, paz y fraternidad. Tener fe es creer que hacer lo que él hizo a dos mil años de distancia, en una cultura diferente y en condiciones políticas, económicas o religiosas distintas, tiene sentido y ayuda a formar un hermoso ser humano.

2. La segunda palabra es extremadamente dura. Para hacerse entender, en lugar de hacer intervenir al Padre que es el Dios de Jesús, el escriba galileo hace hablar a Yhwh, el Dios de los judíos y, por tanto, de Jerusalén en particular, allí donde vive, en el Templo, situado en el centro del mundo. Ahora bien, Yhwh se queja de que las autoridades de la ciudad asesinan sistemáticamente a los que él les envía para hacerles entrar en razón y hacerles cumplir su papel de congregantes. Así que acaba de tomar una decisión: abandona el Templo, no quiere saber nada más de esa gente y, la próxima vez que sepan de él, será por alguien que venga en su nombre -en el contexto de la Fuente, se trata del Humano encargado de verificar la autenticidad de todos los miembros de la familia humana.

Es lamentable que nos inclinemos a leer tales palabras como si fueran inofensivas. Decir que Dios ha abandonado el Templo y que los judíos no le verán más hasta la venida de Jesús es decir que este pueblo ya no es suyo y que lo comprenderá algún día. Pero hay más. Si Dios puede tomar semejante decisión con respecto a su pueblo, nos obliga a pensar que puede hacer lo mismo con respecto a la Iglesia. Quizá ya lo haya hecho. Puede que los millones de quebequeses que han abandonado la Iglesia desde la Revolución tranquila simplemente hayan seguido a su Dios en el exilio, dejando tras de sí iglesias vacías donde ya no hay nada que escuchar…

3. En el centro de la perícopa está la famosa palabra sobre el primero y el último. Está pronunciada en tiempo futuro y no está pensada para ser leída en pasado. El escriba que organizó el texto consideró que el poderoso judaísmo se encontraría un día en inferioridad de condiciones frente a la pequeña comunidad cristiana de Galilea. Hoy, es el cristianismo en su conjunto el que corre el peligro de perder todo su sentido si no se da cuenta de que su Dios debe encontrarse fuera de sus muros.

 

Notas:

 

[1] Ver Ps 118,26

[2] Me permito recordarles que, palabra por palabra, esta serie de comentarios de la Fuente es una reconstrucción hecha a partir de los textos contenidos en los Evangelios de Mateo y Lucas. En la presente perícopa, los dos primeros versículos están invertidos en relación con el texto de Lucas, lo que significa que se consideró preferible el orden ofrecido por Mateo.

 

ACERCA DE ANDRÉ MYRE

André es un reconocido biblista, autor de numerosos libros, profesor jubilado de la Universidad de Montreal y especialista de los Evangelios, particularmente el de Marcos. Durante varios años, ha dirigido numerosos talleres bíblicos.

 

Las opiniones expresadas en los textos son de los autores. No pretenden reflejar las opiniones de la Fundación Padre-Menard. Todos los textos publicados están protegidos por derechos de autor.

 

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