ECOS DEL EVANGELIO

¿Tienes permiso para rezar el Padre nuestro?

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Par André Myre

ECOS DEL EVANGELIO

15 febrero 2023

Foto por Alistair MacRobert / Unsplash

La Fuente ha colocado el Padre Nuestro en el centro del documento (Q 11:2-4). Ordena a la gente común que supere la prohibición cultural y cultual y se apodere de la oración. Todos tienen derecho a rezar, y la oración formulada por ella les pertenece.

No obstante, hay que señalar que las afirmaciones que presenta son ejemplos y no formulaciones intocables. Se presenta a personas que no están acostumbradas a rezar y que se sienten indefensas ante los conocimientos tradicionales de los expertos. Así pues, la Fuente les presenta un modelo que pueden modificar a su antojo, según sus circunstancias.

La oración se fundamenta ciertamente en Jesús, en el sentido de que corresponde a su comprensión de la vida, del mundo, de Dios. Pero es poco probable que fuera formulada por él. Por una parte, no era un hombre de fórmulas y, por otra, da testimonio de una experiencia comunitaria que inspiró su redacción. Los escribas que la redactaron conocían tanto la mentalidad del Nazareno como los problemas de su entorno.

 

Q 11,2 Que su oración sea por esto:

Padre,

date a conocer,

haz venir tu Régimen,

3 nuestro pan para para mañana, dánoslo hoy,

4 perdónanos nuestras deudas, porque nosotros también hemos

perdonado las de nuestros deudores, y no nos hagas pasar una prueba,

Amén.

 

A ustedes que acaban de leer esta formulación de la Fuente, les sugiero que dediquen unos minutos para compararla con las de Mateo (6,9-13), Lucas (11,2-4) y la Liturgia. Cada uno de estos medios cristianos la ha adaptado a su propia realidad.

 

1. La oración comenzaba con un Abba. No se reza a cualquier dios. Es precisamente Abba, el Padre, quien se esconde de los grandes y los sabios y se da a conocer al mundo pobre, a quien se recurre. Es él y sólo él quien es capaz de comprender y aceptar esta oración, pronunciada por no expertos.

 

2. Las dos peticiones del principio deben comprenderse conjuntamente. La primera da testimonio de que el Padre se ha ocultado bien del gran mundo, y que su personalidad (su “Nombre”) es totalmente desconocida, siendo la prueba de ello que han instaurado un sistema opuesto a la escala de valores del Padre. Por ello, el pequeño pueblo le ruega que revele quién es, lo que se manifestará cuando haya instalado su Régimen. “Hazlo rápido, muestra qué Dios eres y pon fin al hacha (Q 3,9) en este sistema maldito, originario de Roma y Jerusalén”, este es en resumen el comienzo del Padre Nuestro.

 

3. Las tres últimas solicitudes dan fe de la dificultad de vivir que el sistema impone a los pequeños. La lucha diaria por el alimento es dolorosa: si la régimen de Dios no llega en el hoy de la oración, que el Padre tenga la delicadeza de dar pan a su pueblo para que pueda aguantar hasta el día siguiente[1]. Una oración pronunciada día tras día. Luchando a diario por la comida, los partidarios viven en un sistema organizado de forma que están acribillados por las deudas. Han hecho todo lo posible por perdonarse las deudas unos a otros, pero siguen teniendo deudas enormes de las que no pueden salir, porque el sistema no se los permite. Sólo el Padre puede verlo.

La última petición es bastante notable e incluso roza la impertinencia. Cada día que pasa se pone a prueba la paciencia de los pequeños, quienes se preguntan por qué su Padre -que se supone que tanto les quiere- tarda tanto en instaurar el Régimen prometido. Resulta bastante interesante encontrarse con un Padre que inspira a los suyos a criticar su propia gestión de las cosas.

 

4. Amén: la pelota está en el campo del Padre. Si los pequeños no están acostumbrados a las fórmulas rituales, no tienen menos confianza en su Padre, como atestigua el Amén final: “Que así sea”, como solíamos decir. Que así sea, la oración encontrará su camino y llegará a su destinatario.

Al leer el Padre nuestro en la versión de fuente Q, hay cosas que llaman la atención. Por ejemplo, es una oración totalmente impregnada de la personalidad del Padre tal como Jesús la reveló. Está pensada en la base de la sociedad, y se reza según las experiencias vitales de la gente sencilla. Expresa las experiencias y necesidades de los más humildes, que se encuentran en el meollo del problema.

Por eso los gestores de lo sagrado, totalmente volcados al servicio del sistema, son incapaces de pronunciarla sin cambiar radicalmente su significado: se dirigen a un dios que es propiedad propia de la Iglesia; cuyo nombre está santificado en el culto sacerdotal; que establecerá su Régimen en el cielo, por la eternidad; que dispensa entretanto el pan eucarístico, que ofrece el perdón sacerdotal de los pecados, que aleja de los suyos las tentaciones de desviarse de la moral, y que les ahorra el mal que sobreviene a los demás. Aquí podemos preguntarnos cómo reacciona el Padre cuando recibe esta oración de expertos que no sólo la robaron a los pobres, sino que además han modificado su significado para hacerla suya.

 

Si no se es parte de la gente sencilla, el Padre nuestro sólo se reza con su permiso, explícito o presunto.

 

Nota :

 

[1] El siguiente texto de la Fuente, que se comentará el próximo mes, revela cómo el Padre hace este don a diario.

 

ACERCA DE ANDRÉ MYRE

André es un reconocido biblista, autor de numerosos libros, profesor jubilado de la Universidad de Montreal y especialista de los Evangelios, particularmente el de Marcos. Durante varios años, ha dirigido numerosos talleres bíblicos.

 

Las opiniones expresadas en los textos son de los autores. No pretenden reflejar las opiniones de la Fundación Padre-Menard. Todos los textos publicados están protegidos por derechos de autor.

 

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