ENTREVISTAS

Sébastien Allard, una vida de trabajo, perseverancia y fe

photo Renée Thivierge

Par Renée Thivierge

ENTREVISTAS

6 noviembre 2019

Sebastián es un narrador nato. Un encuentro con él y te sumerges en la pequeña historia de un Quebec no tan lejano. El Quebec de las familias numerosas, de la conscripción, de la autoridad casi absoluta del clero, donde todos y cada uno, solidarios y altruistas, metían las manos en la masa para participar en la construcción de esta sociedad, sin hacer demasiadas preguntas existenciales. La vida pasaba y tratabamos de ser felices.

 

Sébastien nació en 1922, el mayor de una familia de ocho hijos. Tenía sólo once años cuando su padre sufrió una primera trombosis cerebral que lo dejó paralizado de un lado del cuerpo. Después de dos ataques más, el hombre murió a los 44 años. Toda la familia (tíos, tías, abuelos) ayudaron como pudieron a la madre para aligerar su pesada carga frente a esas criaturas que iban de los dos a los trece años.

El joven Sébastien emprende el camino al Seminario de la Santa Cruz como interno en Estudios Latinos, pero se siente realmente muy infeliz, lejos de su familia y, sobre todo, incapaz de brindar ayuda económica a su madre. Sabe que en poco tiempo tendrá que trabajar para mantener a su propia familia. Sin embargo, para su madre, eso está fuera de discusión por lo menos hasta los dieciséis años. Mas tarde, asiste a la escuela Louis-Hippolyte-Lafontaine durante un año y luego cursa un año en inglés en la Escuela Sainte-Agnès.

 

Escasez de dinero, pero abundancia de pequeños detalles de la vida

 

Recuerda a su madre como una mujer ingeniosa que, encontraba la manera de comprar veinticinco libras de avena y enormes cajas de pasteles caseros por 25 centavos. Toda la ropa se reciclaba y tomaba una nueva forma como ese traje usado que su abuela materna había transformado en un vestido nuevo y elegante al voltear la tela.

A los diecinueve años conoció a Denise, la que se convertiría en su esposa. Sin embargo, no se casaron de inmediato, ya que iban a llamarlo para el servicio militar. “Gracias” a un leve problema de salud, el ejército no lo reclutaría. Se comprometen en la Navidad de 1945, y finalmente la boda se llevó a cabo en junio de 1946. La pareja dio a luz a seis niños. “Mi esposa amaba a los bebés. Cuando uno de nuestros hijos cumplía un año, ya no era un bebé. Necesitaba otro”, explica sonriendo.

 

Denise y Sébastien

Alcanzar la cima lento pero seguro

 

Con la ayuda de un colega de su padre, Sébastien comenzó su carrera como repartidor en la misma empresa donde había trabajado su padre, la Compañía de Seguros Real de Canada, ubicada en la Plaza de Armas de la ciudad de Montreal.

Siempre buena asesora, su madre le había hecho algunas recomendaciones: “Haces lo que te piden, no te niegas a hacer nada, llegas a tiempo y no te vas antes de que se acabe el día“. Cuando empezó, en 1938, recibía 40 dólares mensuales y le daba a su madre 32 dólares, ahorrándo los centavos para sus pequeños gastos y la compra de su ropa porque, por supuesto, tenía que llevar camisa, corbata, traje y chaqueta.

Muy joven, por tanto, aprendió la importancia del trabajo. Recibió capacitación en seguros y gradualmente ascendió en las filas de su empresa, incluso superando a colegas con más antigüedad que él. Pasó de superintendente, a gerente de sucursal y a vicepresidente de toda la provincia de Quebec, cargo que ocuparía hasta su jubilación en 1985, a los 63 años. Al mismo tiempo, fue presidente del Consejo Patronal de Quebec, de 1982 a 1986.

 

Una fe límpida y serena

 

Ha participado siempre en los llamados “Desayunos de Oración”, inicialmente bajo el patrocinio de Robert Ouimet, presidente de la empresa Cordon Bleu. Se trata de gente de negocios que se reúne el primer martes de cada mes. Este encuentro comienza con una celebración eucarística seguida de testimonio y discusión, y termina con una oración. Estas reuniones le ayudan a consolidar sus creencias y a comunicarlas a los demás.

Me habla de su fe, centrada en la oración, práctica que su madre le enseñó desde pequeño. Incluso cuando su padre estaba gravemente enfermo, ella le sugería que orara, sabiendo muy bien que la recuperación era poco probable. Lo importante es pedirle a Dios lo que se quiere. Entonces acepta su voluntad. Como cuando había rezado tanto que no tendría que alistarse en el ejército. Después de cincuenta y dos años de matrimonio, su esposa falleció. Entonces se sintió muy solo, pero una vez más recordó a su madre que le había enseñado que su ángel de la guarda siempre estaba a su lado, simbolizando la presencia divina.

 

Sébastien y Denise con sus hijos

 

Este casi centenario personifica verdaderamente la fe, una fe que ha encontrado en el trabajo duro y la perseverancia, teñida de una aceptación cómplice de las alegrías y azares de este mundo, la misma que le da la fuerza necesaria para seguir el curso de la vida con confianza y serenidad.

 

ACERCA DE RENÉE THIVIERGE

Periodista, escritora, traductora y dramaturga, Renée siempre ha estado interesada en la filosofía y la espiritualidad. La belleza y el ser humano son sus mejores fuentes de inspiración y cree apasionadamente en el poder de las palabras para teñir con poesía los límites de un mundo a menudo superficial y mediático.

 

Texto traducido al español por Sandra Ortega, en el marco del programa Forjando Líderes Comunitarios, de la Fundación CEILI, A.C. #SoyLíderFunCeili

 

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