TESTIMONIOS DE FE

Rogelio Vargas: “Seguir con optimismo el camino que Dios me ha trazado”

Par Collaboration spéciale

TESTIMONIOS DE FE

4 mayo 2022

Padre Rogelio Vargas entre los padres Juan Carlos Torres (derecha) y William Guzmán (izquierda).

Soy el Padre Rogelio Vargas Robles y pertenezco a la Sociedad de los Misioneros de los Santos Apóstoles (M.S.A.). Nací en la ciudad de Naranjal, Colombia, y desde hace cinco años vivo en Montreal. En esta hermosa ciudad, tengo la oportunidad de participar en el servicio eclesial de la comunión para la colectividad latinoamericana, y como ecónomo y consejero de la Casa General de mi comunidad misionera.

 

Crecí en una familia donde el respeto a los valores era importante. Mis padres, Félix Vargas Correa y Ana Cecilia Robles, eran católicos, creyentes y comprometidos con la Iglesia. Como propietarios de una plantación de café, me enseñaron a trabajar la tierra y las etapas necesarias para comercializar el café. En el colegio sacaba buenas notas y era feliz. En 1985 nos trasladamos a Timana a causa de la violencia que empezaba a extenderse en mi ciudad natal.

Mis padres siempre fueron una pareja muy querida en su comunidad, pues ellos daban un testimonio vivo de fe que inspiraba a los demás. Siempre intentaron que mi hermano y yo tuviéramos acceso a buenas escuelas, sin olvidar promover la importancia de la fe en Dios en nuestra vida diaria.

Por eso, desde pequeño, solía asistir a la misa dominical y a las fiestas patronales, como la de Nuestra Señora de Arantzazu, que tiene lugar el 9 de septiembre. Mis padres me ayudaron a descubrir a Dios a través de la historia de la humanidad y en mi propia vida.

 

Una pérdida que lo cambió todo

 

Mi adolescencia fue un periodo lleno de experiencias que marcaron mi vida. La más impactante, y también la más dolorosa, fue la muerte de mi padre, víctima de la violencia de los delincuentes y de los grupos pseudo-revolucionarios. Su muerte cambió el cotidiano de mi familia en muchos aspectos. Su muerte también marcó la dirección que tomaría mi vida

 

Antes de haberte formado yo en el vientre, te conocía,

y antes que nacieses, te tenía consagrado: profeta de las naciones te constituí.

[Jr 1,5]

 

Aunque desde los 8 años era monaguillo y asistía asiduamente a la misa dominical, creo que el llamado de Dios se hizo más fuerte durante mi adolescencia, concretamente durante una actividad de despertar vocacional organizada por los Padres Camilos, una comunidad religiosa al servicio de los enfermos, los pobres y los que sufren.

Sentía el deseo de seguir a Jesús, pero no estaba preparado para comprometerme. En ese momento, quería trabajar para ayudar a mi familia económicamente, seguir con otros proyectos como terminar el servicio militar, que es obligatorio en Colombia, o emprender estudios universitarios de administración de empresas. Pero, como todo está escrito por la mano de Dios, un día recibí una carta de los Misioneros de los Santos Apóstoles invitándome a ser sacerdote para la Iglesia.

Antes de tomar esa decisión, pedí consejo a mis amigos y familiares, especialmente a mi madre, quien falleció en 2014. Ella me respondió que siguiera con fe, perseverancia y optimismo el camino que Dios me había trazado. Así fue como decidí unirme a la Sociedad de los Misioneros de los Santos Apóstoles, para contribuir a la construcción de una sociedad más justa, solidaria y fraterna y para apoyar la promoción, la formación y el acompañamiento de jóvenes y adultos en su vocación al ministerio sacerdotal y a otros ministerios en la Iglesia.

 

Al servicio de mi comunidad

 

Comencé mi formación con los M.S.A. en 2007 y fui ordenado sacerdote el 27 de noviembre de 2012, fiesta de la Medalla Milagrosa. Tuve la gracia de apoyar a mi comunidad como animador de la delegación M.S.A. en Colombia-Venezuela durante algunos meses en 2017, ya que me dieron mi traslado a Montreal para servir como ecónomo y consejero de la Casa General y como miembro del Consejo de Administración de la Fundación Padre Menard.

Desde mi llegada a la hermosa provincia de Quebec, he tenido la suerte de ser acogido en diferentes parroquias católicas como Nuestra Señora del Bello Amor, San Teófilo, San Roc, San Gilberto, San Pascal y Nuestra Señora del Divino Amor, donde acompaño a grupos y participo en la celebración de misas en español.

Para mí, estos últimos 5 años han sido muy ricos y estimulantes a nivel personal y profesional, ya que he tenido la oportunidad de visitar varios países y conocer a personas de diferentes culturas. Ahora comprendo mejor el pensamiento del padre Eusebio Enrique Menard y las razones que le llevaron a fundar la Sociedad de los Misioneros de los Santos Apóstoles.

Estimados benefactores de la Fundación Padre-Menard, les agradezco mucho la confianza que han depositado en los miembros permanentes y en formación de la comunidad de los Santos Apóstoles. Sabemos que no siempre es fácil para ustedes hacer un donativo para apoyar la formación de un sacerdote, pero sepan que siempre nos esforzamos por seguir el camino de Jesús, con valor, determinación y esperanza, para permanecer fieles a nuestra vocación y así perseverar en la adversidad. ¡Que Dios los bendiga!

 

Rogelio Vargas Robles

 

ACERCA DE COLABORACIÓN ESPECIAL

Le proponemos un artículo que creemos importante difundir por la riqueza de su contenido. En esta ocasión, queremos agradecer al padre Rogelio Vargas Robles, M.S.A., ecónomo general, por este testimonio de fe que ha sido difundido también en la Novena Mariana 2022, el boletín de la Fundación Père- Ménard.

 

Les opinions exprimées dans les textes sont celles des auteurs. Elles ne prétendent pas refléter les opinions de la Fondation Père-Ménard. Tous les textes publiés sont protégés par le droit d’auteur.

 

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