TESTIMONIOS DE FE

Reconocer el rostro de Cristo en cada persona

Photo André Franche

Par André Franche

TESTIMONIOS DE FE

22 diciembre 2021

Foto : Padre Eusebio Ménard en el Perú

Conocí al padre Eusebio Ménard en 1959, cuando ingresé en el Colegio Saint-Jean-Vianney. Luego, de 1964 a 1981, fui con él a Perú y Colombia para trabajar en el desarrollo de su obra misionera, en la que seguí colaborando de 1981 a 2000 como director de la Fundación Padre Ménard.

Como miles de personas, quedé marcado por la predicación del padre Ménard, una tarea para la que se preparaba con todo el entusiasmo y el celo requeridos. Otro rasgo fuerte de su personalidad era su capacidad para atender a la gente. De hecho, durante los años que pasé en América Latina, vi a cientos de personas de todas las clases sociales venir al encuentro del padre Eusebio por todo tipo de razones. Dicho esto, debo concluir que el padre Eusebio tenía un sentido de la acogida muy desarrollado, ¡a veces demasiado, según algunos! Volveré sobre este tema más adelante.

 

“Ustedes son el templo de Dios”

 

¿Qué motivaba al padre Ménard a dedicar tiempo a atender a cada persona que acudía a él? Ciertamente, él mismo practicaba lo que nos enseñaba con tanta fuerza y convicción: “Ustedes son el templo de Dios”. ¿Cuántas veces nos exhortó a ver a Cristo en cada uno de nuestros hermanos y hermanas? Y su insistencia era aún mayor cuando se trataba de los pobres, los necesitados y los que sufren.

¿Quién no se habrá sentido valorado, mayor en presencia del padre? Además de su actitud receptiva, mostraba una confianza inquebrantable en todos los que acudian a él, ya fuera un religioso, un trabajador humilde o un bandido.

Desgraciadamente, algunas personas fueron incapaces de asumir la confianza que el padre les brindó. Llegaron a abusar de esta confianza. Esto llevó a algunas personas, entre las que me incluyo, a decirle que a veces era demasiado amable. A pesar de ello, el padre siguió confiando. Era su forma de ayudar a la gente a levantarse de sus fracasos, a superar sus dificultades y a llegar más lejos.

 

Irse a los 71 años

 

El 6 de enero de 1987, día de su 71º aniversario, fui al aeropuerto de Montreal a recibir al Padre, que había llegado de Lima. Le acompañaba el padre Léopold Pelletier. Había sido convenido que Marc Lussier, entonces Animador General, le recibiría y le acompañaría durante los meses que le quedaban de vida. Así es como, con la hermana Colette Gareau, del Hôtel-Dieu, fui testigo de sus terribles angustias y sufrimientos ligados a la enfermedad. Sentirse “detenido”, verse partir a los 71 años fue para él un choque muy cruel, dado que su cabeza seguía llena de proyectos por realizar.

Quería vivir plenamente sus tres últimos meses, sobre todo para terminar el testamento espiritual que quería dejar a las comunidades que había fundado. Siguiendo el ejemplo de su Maestro, aceptó la voluntad de Dios y ofreció su vida por la humanidad, por la Iglesia y, en particular, por la familia de los Misioneros de los Santos Apóstoles.

 

ACERCA DE ANDRÉ FRANCHE

André es un aventurero con una memoria prodigiosa. A los 21 años se marchó a Sudamérica para ser sacerdote, pero pronto descubrió que ése no era su camino. No obstante, durante muchos años se comprometió en la obra del padre Eusèbe Ménard, llevando a cabo proyectos humanitarios y de formación espiritual. Desde el año 2000, este misionero-gestor está al frente de la organización Les Ailes de l’Espérance, cuyo objetivo es garantizar el acceso al agua potable para restituir una cierta dignidad humana a los más pobres de Perú.

 

Las opiniones expresadas en los textos son de los autores. No pretenden reflejar las opiniones de la Fundación Père-Menard. Todos los textos publicados están protegidos por derechos de autor.

 

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