ECOS DEL EVANGELIO

Para que la oración sea posible a pesar de todo

Photo André Myre

Par André Myre

ECOS DEL EVANGELIO

15 marzo 2023

Foto por Mohammed Ibrahim / Unsplash

Las siguientes palabras (Q 11,9-13) merecen atención porque la Fuente las ha incorporado al Padre Nuestro como una especie de manual de instrucciones. En su opinión, esta oración de Jesús al Padre no se dice en cualquier momento, ni de cualquier manera ni por encargo.

En estos casos es mejor abstenerse, rezar no aportará nada. Les invito a recordar el Padre Nuestro de la Fuente[1], antes de seguir leyendo esto:

 

Q 11,9 Les digo,

pidan y se les dará,

busquen y encontrarán,

toquen y les abrirán la puerta.

10 Porque quien pide, recibe,

quien busca encuentra,

y al que toca le abren.

 

11 ¿Quién de ustedes, cuando su hijo le pide pan, le daría una piedra?

12 O, si pide un pez, ¿le daría una serpiente?

13 Ustedes que no son tan buenos[2], saben dar cosas buenas a sus hijos.

¿Qué hay, pues, del bien que su Padre celestial dará a quienes se lo pidan?

 

La perícopa, en dos partes, se presenta como una directiva de quien acaba de pronunciar el primer Padre Nuestro. Es como si Jesús dijera a los suyos: su oración será eficaz a condición de que hagan lo siguiente. ¿Hacer qué?

Contrariamente a lo que se suele decir, el Jesús de la Fuente no reitera una invitación a rezar, sino que enuncia las condiciones de la oración. Para él, la oración tiene sentido y funciona si los seres humanos que la pronuncian se comportan adecuadamente. El pan, por ejemplo, nunca cae del cielo. Para que la persona que reza por pan lo encuentre, debe pedírselo a alguien, y ese alguien debe dárselo. Y esto no ocurre una sola vez. Por eso el texto habla tanto del futuro (v. 9) como del presente (v. 10). Porque sólo se puede pedir si ya se ha recibido; de lo contrario, se está desesperado y ya no se pide.

Según la Fuente, los seres humanos son responsables de la confianza que pueden depositar en la eficacia de la oración. Sólo puedo rezar al Padre con confianza si, en mi experiencia de vida, un ser humano ya ha accedido a mi petición. Sólo puedo creer que he sido perdonado por el Padre si un ser humano ya me ha perdonado. Sólo puedo esperar que el Padre mitigue las pruebas de mi vida, si un ser humano ya ha acudido en mi ayuda. Sólo puedo esperar de lo que ya he recibido.

En su comentario, la Fuente insiste, pues, en la necesidad de que los necesitados sean activos, tengan iniciativa, den el primer paso. Además, en estas palabras hay un desafío a todos aquellos a los que se les pide algo para que respondan a las llamadas que se les hacen. Ellos tienen que dar, ayudar a los demás a encontrar, a abrir[3]. Donde no hay ayuda mutua, no se puede rezar el Padre Nuestro.

El comentario de la Fuente implica, pues, la realidad de una comunidad humana en la que hay pobres y ricos. Pero hay un compartir que hace posible la confianza y, por tanto, la oración. Por supuesto, no se trata del régimen de Dios, pues, aunque la comunidad sea como una burbuja en la que es posible una cierta dignidad de la vida humana, no deja de estar marcada por las injusticias provocadas por el sistema vigente. Ciertamente, hay gente buena: padres que cuidan bien de sus hijos, personas acomodadas que procuran compartir y no hacer daño a los demás. Pero lo cierto es que, en las condiciones actuales, todas estas personas buenas “no lo son tanto” (v 13b), y los pocos gestos de solidaridad que se hacen sólo pueden alimentar la esperanza de una sustitución radical del sistema.

El comentario de la Fuente no carece de interés. Hay pocas palabras en los Evangelios tan optimistas como la de los vv 9-10.  De hecho, dice algo fundamental sobre la realidad humana, a saber, que en la base de la sociedad -en general pues- los seres humanos son buenos unos con otros. Hay ayuda mutua que hace posible la vida, alimenta la voluntad de vivir, dinamiza la esperanza, orienta la oración y abre así el camino a la acción de Dios.

Esto es cierto en todas partes, en las situaciones más extremas, en medio de las peores catástrofes, epidemias, hambrunas, guerras, guetos. En medio de las peores manifestaciones colectivas de egoísmo, codicia, violencia, maldad y crueldad, siempre hay manos tendidas, signos de solidaridad que se dan, puertas que se abren. A pesar de que todo va terriblemente mal, se dibuja una sonrisa, una oración es posible, el Padre actúa porque hay personas que se comportan como seres humanos.

Sólo puedo rezar el Padre Nuestro si he encontrado humanos en mi camino. Y sólo soy humano si yo, que no soy “tan bueno”, he permitido que otros recen el Padre Nuestro.

 

Notas:

 

[1] Dar clic aquí para leer el texto del 15 de febrero 2023.

[2] Literalmente: “ustedes que son malos”.

[3]No hace falta decir que el discernimiento siempre tiene su lugar. No tengo por qué escuchar las plegarias de los aprovechados y de los parásitos, ni tengo que imaginar que el Padre escucha a los explotadores y defraudadores.

 

ACERCA DE ANDRÉ MYRE

André es un reconocido biblista, autor de numerosos libros, profesor jubilado de la Universidad de Montreal y especialista de los Evangelios, particularmente el de Marcos. Durante varios años, ha dirigido numerosos talleres bíblicos.

 

Las opiniones expresadas en los textos son de los autores. No pretenden reflejar las opiniones de la Fundación Padre-Menard. Todos los textos publicados están protegidos por derechos de autor.

 

Partager :

Síguenos en Facebook

Sigue a la fundación en Facebook para mantenerte informado sobre nuestras actividades, nuestros proyectos y nuestras últimas publicaciones.

Yo suscribo

¿Quieres recibir más contenido?

Suscríbase a nuestra lista de correo y le enviaremos un correo electrónico cada vez que se publique una nueva publicación, es fácil y gratuito.

Yo suscribo