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Vivimos en un mundo estresante y en constante evolución, donde todo cambia y se transforma cada vez más rápido. En el pasado, el cambio llegaba como una ola lenta y suave que dejaba tiempo a todos para acostumbrarse a lo nuevo.
Hoy en día, el cambio llega en forma de un tsunami que trastoca nuestras personalidades y la estructura de nuestras sociedades.
Los cambios se producen a tal velocidad que el pasado, incluso el reciente, parece lejano. Vivimos en la época de la inmediatez que nos motiva a fijar nuestra atención en el aqui y el ahora. Vivimos en el ritmo del “listo para vestir” y “listo para comer”. El estrés, el aburrimiento, la fatiga, la ansiedad, la soledad y el insomnio son experiencias perturbadoras, ya que tendemos a movernos cada vez más rápido enmedio de un sinfín de exigencias. Necesitamos tener un control perfecto sobre nuestro aspecto físico, nuestras ambiciones.
El hombre sólo conoce, en verdad, un sólo adversario: él mismo, a quien podemos temer, por desgracia, que sea lo suficientemente irracional como para infligirse las peores heridas, no podemos dudar de que, a pesar de toda su locura, logrará exterminarse a sí mismo
Jean Rostand, biólogo y escritor
La búsqueda de la excelencia nos aporta beneficios en términos de éxito profesional y poder, pero también corremos el riesgo de caer en la obsesión. Procedemos, operamos y resolvemos cada problema con premura. Es como si, en nombre de la certeza de un argumento, de una idea, no pudieramos cuestionarnos. Y las tensiones aumentan. Y cada vez necesitamos más “muletas” si queremos seguir desempeñando bien nuestro papel: tranquilizantes, sedantes, antidepresivos, ansiolíticos, somníferos…
Un motor a dominar
Sin embargo, sin el estrés, uno no sentiría siquiera la necesidad de respirar. Basta con tratar de evitar voluntariamente este gesto natural para detectar toda su potencia. Sin estrés, es el reposo absoluto, la muerte. El estrés es el principal motor de la vida. El Dr. Hans Selye lo definió como un “síndrome de adaptación general”, ya que está presente constantemente para permitir que el cuerpo se adapte y sobreviva ante el peligro.
En su libro “Estrés sin angustia”, el Dr. Selye identifica tres etapas en la evolución del estrés: alarma, resistencia y agotamiento. En la fase de resistencia, el individuo ya no se encuentra en una situación de supervivencia, sino que se está adaptando al cambio. Esta fase puede compararse con una actividad como la carrera de resistencia, en la que el placer puede surgir de la mejora gradual de la forma física o del aprendizaje de nuevas habilidades.
Si a la fase de resistencia le sigue la de relajación o resolución de una situación problemática, el estrés se habrá experimentado sin angustia. De lo contrario, llega la fase de agotamiento, desgaste, angustia y desilusión.
Una energía del campo perceptivo
El ser humano no sólo capta los “estresores” de su entorno al verlos, sino que los descodifica a su manera. Un buen ejemplo es nuestra reacción ante la luz roja del semáforo. Treinta segundos pueden parecer una eternidad si tenemos prisa por llegar a nuestro destino, ya sea porque tenemos una emergencia o porque vamos en retraso. Este tiempo de espera se experimenta de manera diferente por varias personas en la misma intersección.
¿Qué hacer? Hay que intentar ver la diferencia entre el evento en sí y su percepción. Entonces tenemos que concentrarnos en nuestra respiración y revisar nuestras prioridades, la más fundamental de las cuales es estar vivos. Nos centramos de tal manera que inspiramos profundamente, tomamos nuestro “aliento de vida” y exhalamos lentamente hasta el “punto muerto” y luego esperamos. Cuanto más concentremos en respirar, la luz roja pasará a segundo plano.
ACERCA DE DENIS GAUTHIER Y PIERRE BRULÉ
Denis es filósofo y Pierre, psicólogo. Ambos tienen un MBA realizado en universidades del Quebec. Se conocieron durante un curso de filosofía en la Université du Québec à Trois-Rivières y son coautores del libro “Vernos de forma diferente: La conciencia y su poder”. Amantes de la naturaleza, de los seres humanos y de los desafíos, se lanzaron en la aventura de escribir juntos esta crónica espiritual.
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