ECOS DEL EVANGELIO

¡Desgracia!

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Par André Myre

ECOS DEL EVANGELIO

16 noviembre 2022

Foto por  Paul Volkmer / Unsplash

La sección de la Fuente que trata de los enviados a la misión termina con dos textos que reconocen su fracaso (Q 10,13-15). La primera, sobre el destino de las ciudades recalcitrantes, es una imprecación o anuncio de desgracia.

Se puede entender siguiendo los siguientes versículos:

 

10 Si entran en una ciudad que se niega a recibirlos, salgan de ahí 11 sacudiendo el polvo de sus pies. 12 Les digo que se acerca el día en que Sodoma será más soportable que esta ciudad.

 

Se hace referencia a las tres principales localidades al norte del lago de Galilea, territorio tradicional de la actividad de Jesús y principal campo de ejercicio de la misión llevada a cabo por la Iglesia de la Fuente.

 

Q10,13 ¡Que desgracia te espera, Corazín!

                ¡Que desgracia te espera, Betsaida!

Pues si los gestos enérgicos que han tenido lugar aquí hubieran ocurrido en Tiro y Sidón, desde hace tiempo éstas habrían utilizado el cilicio y la ceniza para demostrar su cambio de vida.

14 Además, Tiro y Sidón encontrarán más soportable el juicio que ustedes.

15 Y tú, ¿Capharnaüm, serás elevada al cielo?

¡Sólo descenderás a la cueva de los muertos![1]

 

El pasaje nos ayuda a comprender lo que los enviados, cuyo mensaje había sido rechazado, tenían en mente mientras sacudían el polvo de sus pies y abandonaban el lugar que les había sido hostil. Habían hecho el trabajo, habían sido rechazados, este asunto ya no era su responsabilidad. El “Humano”, como lo llamaban, tendría que hacerse cargo y mostrar al sistema la consecuencia de su negativa. Este breve texto revela algunas características significativas de la misión tal y como se entendía en aquella época.

 

La misión

 

En primer lugar, la misión se dirige al sistema, en este caso a las localidades, dirigidas por los órganos de decisión, mismas que gozan del apoyo de la población. A pesar de que todas estas personas han sido testigos de gestos enérgicos (literalmente: “poderes”), se han negado categóricamente a “cambiar su vida” (final del v 13). La gente se aferra a sus sistemas, los grandes a sus privilegios, los pequeños a las migajas que reparten los primeros en su autoproclamada generosidad. Con el tiempo, se ha establecido una especie de equilibrio más o menos estable, aunque fundamentalmente injusto, que hace posible la supervivencia. Es mejor no tocar nada por miedo a que todo se desmorone.

El “poder” de los gestos de Jesús, o de sus partidarios, no puede hacer nada contra la inercia deseada por el sistema. La gente puede ver perfectamente que están ocurriendo cosas grandes y hermosas: hombres y mujeres que habían estado paralizados empiezan a caminar de nuevo por el camino de la vida; los mudos, que se habían visto obligados a permanecer en silencio durante mucho tiempo, empiezan a hablar de nuevo; los ciegos, que siempre habían dado por sentado que su miseria formaba parte del orden de las cosas, empiezan a ver con claridad, mientras que los sordos, al oír lo que el sistema les dice, empiezan a entender que les estaban tomando el pelo.

Así es como, tras el ejercicio de la misión por parte de los seguidores de Jesús, “la vida cambia”. Desgraciadamente, el sistema no puede permitir que se produzca esta transformación, pues se negaría a sí mismo.

Tal y como lo entiende la Fuente, la misión no se dirige a los individuos. No pretende la “conversión” del Señor X o de la Señora Y, personas de buena voluntad, a una nueva religión; menos aún anuncia una “salvación” lograda en la concepción de un hombre-Dios y significada en el sacrificio de una vida en la Cruz.

La misión tiene como objetivo establecer una forma humana de vivir en sociedad, en un pequeño rincón del país, dominado por los intereses del Imperio que se ha apoderado del lugar, por los de la capital de la provincia vecina que pretende tener derecho a imponerse en el norte del país, y por los de todos los pequeños “patrones” que encuentran rentable servir a los grandes y explotar a los pequeños. En palabras de Mateo: quien consigue, en cualquier lugar, humanizar su entorno es “sal de la tierra” y “luz del mundo” (Mt 5,13-14).

El hecho de que la perícopa tenga el tono de una imprecación manifiesta el escándalo de la Fuente ante el rechazo que encuentran los enviados de su Iglesia. ¿Cómo es que el sistema se opone al establecimiento de un modo de vida humano? Y no cualquier sistema: ¡el del pueblo de Dios en la tierra de Dios! Incluso el tradicional enemigo instalado en el norte del país -Tiro y Sidón- cambiaría su manera de vivir si entrara en contacto con tal posibilidad de vida.

 

Es urgente una toma de consciencia

 

La Fuente se escandaliza tanto que, tomando el papel del Humano, se atreve a afirmar el destino que le espera a la orgullosa Cafarnaúm, ciudad dominada por los escribas enviados por Jerusalén para alinear a Galilea. Asimismo, se toma con audacia la contrapartida de la esperanza formulada por estos estudiosos de Judea. Son ellos quienes, desde la época de los Macabeos, han desarrollado la fe en la resurrección. Y lo hicieron por el escándalo que supuso la muerte de soldados de Judea a manos de ejércitos extranjeros. No era posible que los héroes de la nación vivieran en la Cueva con los despreciables no circuncidados. Había que sacarlos para que tuvieran un destino digno de sus hazañas. Ahora bien, no se atreve la Fuente a enviar a toda Cafarnaúm al fondo de la Cueva, con los extranjeros, sin posibilidad de salir. Este es también el destino que les espera a Corazín y Betsaida. ¡Desgracia! ¡Desgracia!

Si la Fuente escribiera hoy, tendría una lista tan larga de “¡Desgracia!” que decir que no habría espacio para las buenas noticias.  La escena está dominada por Putin, Xi, Trump y sus emuladores, y el Consejo de Seguridad de la ONU vetaría rápidamente la resolución que propone aplicar el texto del evangelio.  Pero esta no es la principal toma de conciencia que pretende hacer surgir el texto de la Fuente.

El meollo de la perícopa es el escándalo que supone para la Fuente que el propio pueblo elegido diga no a la proclamación de las exigencias de la vida bajo el dominio de Dios. Y el gran problema que la Fuente plantea a sus lectores es hacerles ver que su Iglesia ni siquiera se da cuenta de que ella misma está diciendo no. El evangelio se ha convertido en un texto religioso que se alaba y se honra con agua bendita, pero cuya interpelación se silencia religiosamente. La revelación del Dios de Jesús se aleja de la experiencia de la vida en la base de la sociedad, y la misión se orienta a satisfacer las necesidades de la institución en lugar de impulsar el sistema para servir a la gente y respetar las exigencias de la naturaleza. El Jesús del Evangelio, totalmente dedicado al bienestar de los pequeños a costa de los intereses del sistema, se ha convertido en el promotor de una salvación incorpórea, socialmente impertinente, habiendo perdido toda mordacidad profética. ¡Qué desgracia! La Iglesia ya ha descendido para unirse a Corazín, Betsaida y Cafarnaúm en la cueva de los muertos de la que no sale ninguna resurrección. ¡Desgracia!

 

Nota :

 

[1] Texto inspirado de Is 14,13-15.

 

20o texto texto de la serie La fuente de las palabras de Jesus

 

ACERCA DE ANDRÉ MYRE

André es un reconocido biblista, autor de numerosos libros, profesor jubilado de la Universidad de Montreal y especialista de los Evangelios, particularmente el de Marcos. Durante varios años, ha dirigido numerosos talleres bíblicos.

 

Las opiniones expresadas en los textos son de los autores. No pretenden reflejar las opiniones de la Fundación Padre-Menard. Todos los textos publicados están protegidos por derechos de autor.

 

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