El 25 de abril, Denis Gauthier, presidente del Consejo de Administración de la Fundación Père-Ménard, fue entrevistado por Francis Denis en el programa Motivation intérieure (Motivación interior) de Radio Ville-Marie. La conversación reveló la excepcional trayectoria de un hombre que parece haber vivido diez vidas en una, una existencia que combina el compromiso espiritual, el humanismo, la acción social y el espíritu emprendedor.
Denis Gauthier nació en el famoso barrio obrero de Montreal llamado “Faubourg à m’lasse”. Es el mayor de siete hermanos y creció en un entorno en el que los valores eran el más rico de los regalos. Estos valores lo marcarían toda su vida: el gusto por el esfuerzo, el respeto a los demás, la solidaridad y la importancia de cultivar tanto la inteligencia del corazón como la de la mente. Pero fue sin duda su abuelo, una figura con todos los visos de leyenda, quien le enseñó la mayor lección de vida. Iletrado, se fue a China para trabajar como ayudante de cocina. Más tarde, este hombre extraordinario se fue a Yukón, donde se codeó con los aborígenes y ayudó a demarcar las fronteras del territorio.
Gracias a su familia, Denis Gauthier aprendió que el trabajo del cuerpo y la elevación del alma no son opuestos, sino que se complementan y responden mutuamente, y que es en esta alianza donde se teje la verdadera grandeza humana.
Una educación espiritual y religiosa: de los Santos Apóstoles a los Jesuitas
Este equilibrio lo encontró durante su formación con la comunidad de los Santos Apóstoles, fundada por el padre Ménard. Allí, Denis Gauthier se impregnó de la máxima del fundador: «una mente sana en un cuerpo sano». Hizo de este principio uno de los principios rectores de su vida, convencido de que el desarrollo de todo ser humano depende de la armonía entre el cuerpo y la mente. Y esta convicción no era sólo teórica: aún hoy, a sus ochenta y dos años, sigue practicando waterpolo, kárate ¡e incluso zumba acuática! Es la prueba de que un cuerpo activo puede ir de la mano de una mente activa a cualquier edad.
Deseoso de profundizar en su formación espiritual y religiosa, Denis Gauthier se encontró en una encrucijada, dudando entre dos tradiciones: la de los dominicos y la de los jesuitas.
Elegí a los jesuitas porque soy un hombre de acción. No soy de los que se quedan en la pura contemplación. Los dominicos, en cambio, se inclinan más por eso, mientras que en los jesuitas hablábamos más de la contemplación en la acción.
Durante su estancia con los jesuitas, Denis Gauthier descubrió el arte de discernir el espíritu. No se trata simplemente de hacer el bien, sino de aspirar al mayor bien, el que eleva, ilumina y transforma a todo ser humano. Este camino, que exige humildad, lucidez y sentido crítico, se convierte para él en un fundamento, no sólo en su búsqueda espiritual y social, sino también en su enfoque del espíritu empresarial, convirtiéndose uno en el motor del otro. Es este humanismo el que impulsará cada uno de sus futuros proyectos, al servicio de un propósito muy concreto: el de servir a la humanidad, de forma sincera y auténtica.
El empresario nunca está lejos
Fiel a su deseo de hacer de todo, Denis Gauthier abandonó la comunidad jesuita para cursar un MBA en la Universidad Laval, como continuación de la licenciatura en filosofía que ya poseía. Su formación espiritual e intelectual se convirtió en una palanca única en el mundo de los negocios. Mientras algunos de sus compañeros de estudios dudaban de sus capacidades debido a su formación filosófica, él tomaba decisiones de inversión audaces, yendo a menudo donde otros no se atrevían… ¡y, además, daba en el clavo!
Había hecho un estudio sobre una empresa. Le dije a mis compañeros de curso que sería una buena idea invertir en ella. Nos fuimos de vacaciones en noviembre e invertí. Cuando retomé las clases en enero, había ganado suficiente dinero para pagarme todos los estudios. Pregunté al profesor y a los demás alumnos si habían hecho lo mismo… pero ninguno había invertido. ¿Por qué? Porque yo era filósofo.
Tras sus estudios, Denis Gauthier entró en el mundo de la edición. A principios de los años setenta, cuando ya trabajaba para el periódico L’Action, nada menos que Pierre Péladeau le propone incorporarse al Journal de Montréal. Denis Gauthier aceptó unirse a él, pero puso una condición innegociable: ser capaz de inculcar una dirección más rigurosa, más ética, una línea editorial al servicio del pueblo. Para él, el papel del editor va mucho más allá de la simple gestión financiera. Es una misión por la verdad, una responsabilidad moral que implica el rigor de la información, la exactitud de los comentarios y la integridad de los contenidos publicados.
Tras esta etapa en el mundo editorial, Denis Gauthier, impulsado por el deseo de responder a necesidades sociales urgentes, volvió a la actividad empresarial. Tras su paso por la industria siderúrgica, fundó varias empresas con un objetivo claro: ofrecer condiciones de vida dignas a los más desfavorecidos.
En una ocasion, un empresario immobiliario quebró y sus tres torres de departamentos quedaron abandonadas: las torres Frontenac, en Montreal. Trescientos sesenta viviendas vacías. En aquel momento, era el escenario de la mayor red de drogas y prostitución de Canadá. Nadie quería tocarlo. Ahí es donde entré yo.
Junto con su padre, Denis Gauthier transformó las torres y decidió convertirlas en una organización sin ánimo de lucro. Reestructurándolo, consiguió renovar los edificios, transformar los locales y ofrecer alquileres bajos al tiempo que mejoraba la calidad de vida de los residentes. En total, se construyeron casi ochocientas viviendas, y con el tiempo el proyecto se convirtió en un modelo de rehabilitación social en Canadá.
Pero Denis Gauthier no se detuvo ahí. A través de sus empresas, también quería crear puestos de trabajo para luchar contra la pobreza. Con este espíritu, hacia 1985, unos haitianos acudieron a él en busca de ayuda para exportar su café y les ayudó a crear varias cooperativas de café en todo el país, creando así varios miles de puestos de trabajo. Poco después, estas cooperativas se vieron amenazadas por el régimen de Duvalier, que acusó falsamente a los trabajadores de comunistas. Era una situación crítica que podía haberse vuelto trágica. Denis no lo dudó: volvió a Haití, se reunió con los ministros, defendió la causa de los trabajadores y consiguió desactivar la crisis. Gracias a su intervención, se salvaron las vidas de miles de personas. Este gesto no fue una excepción, sino la expresión de un compromiso constante al servicio de los más vulnerables.
¿Y hoy?
Como presidente del Consejo de Administración de la Fundación Père-Ménard, Denis Gauthier prosigue una misión que, para su gran sorpresa, ya había comenzado en su propia familia: fue su padre quien fundó la Fundación en 1970… ¡sin decírselo nunca! Bajo su presidencia, la Fundación reafirma la vocación que la anima desde sus orígenes, la de formar religiosos y laicos, y alimentar una espiritualidad profundamente arraigada en la humanidad. Como decía a menudo el padre Ménard: “Hay que humanizar antes de evangelizar”. Denis ha hecho suya esta frase. Orienta la acción de la Fundación en los cuatro rincones del mundo: en América Latina, donde se cavan pozos para garantizar el acceso al agua potable; en África, donde se apoyan iniciativas de educación de las mujeres; y aquí mismo, en Quebec, en Chertsey, en el emplazamiento del Santuario de María Reina de los Corazones, donde la Fundación supervisa la creación de ermitas para acoger a personas que deseen hacer un retiro espiritual y la revitalización del lugar para convertirlo en un lugar de contemplación accesible a todos. La Fundación también mantiene un blog para ofrecer reflexiones espirituales de todo tipo. Cada año se publican los textos más inspiradores, que contribuyen a la formación de líderes espirituales.
También participa, como presidente del Consejo, en Option Habitation Québec (OHQ), una organización sin ánimo de lucro que realiza proyectos de vivienda para personas con ingresos o necesidades bajos o modestos, garantizando al mismo tiempo su sostenibilidad y calidad a largo plazo. El reto es inmenso, sobre todo en el contexto social y económico actual, pero Denis Gauthier sigue convencido de que los problemas de la sociedad no pueden dejarse en manos de unos pocos: son cosa de todos. Es sin duda un eco de sus raíces nativas heredadas de su madre, donde la solidaridad siempre precede al individualismo.
«No importa si mi cuerpo envejece, mientras mi alma crezca”, resume poéticamente al final de la entrevista. Una frase sencilla, pero que resume toda una vida: crecer interiormente, mientras se trabaja concretamente por el bien común.
ACERCA DE SOPHIE ARCHAMBAULT
Candidata al doctorado en estudios literarios por l’UQAM, Sophie lee y escribe para entender mejor al ser humano, la sociedad, pero sobre todo al mundo en el que vive. Noctámbula, sus lecturas nocturnas sobre la espiritualidad y los fenómenos religiosos han acrecentado su interés por el concepto de lo sagrado. Amante de la naturaleza y sus peligrosas bellezas, la mitología, la historia del arte y todo lo que requiere creatividad, Sophie gusta de encontrarse a sí misma a través de estas pasiones para luego abrirse al mundo que la rodea.
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